Al día siguiente la princesa Rhaenyra recibió por la mañana una carta urgente de la reina.
En ella pedía aplazar la boda de Aemond y Rahera al menos una semana por los inconvenientes sufridos la noche anterior y también menciono un deterioro en la salud del rey pero que con reposo todo se solucionaría.
Rhaenyra no se preocupo en lo absoluto, ella confío en Alicent y mando sus buenos deseos esperando que su padre mejorará muy pronto.
Claro que Rahera no lo tomo de la misma manera que su madre.
—¡YA ESPERE DOCE AÑOS MADRE!. ¿CUANTO MAS SE SUPONE QUE DEBA ESPERAR?. Se que ayer no me comporte bien pero estoy segura que no era intención de Aemond portarse asi— Rahera gritaba muy molesta.
Llevaba 12 años esperando a casarse con el amor de su vida, admitía que la cena de anoche la había dejado dudando un poco sobre la lealtad de Aemond pero al final ella solo lo quería a el.
Rhaenyra muy apenada abrazo a su pequeña y le trato de explicar.
—Mi niña, ayer no fue la mejor reunión y tu tío Aegon sigue algo molesto, después de todo casi le rompes la cara. Además el rey empeoró por la noche así que aguardaremos un poco para que se reponga—
Rahera quería ahorcar a Aegon hasta matarlo pero eso no se podía, no le quedó más que resignarse e irse a dar una vuelta para calmarse.
Por la tarde ya en el comedor los platos fueron servidos y aún que Rahera no tuviera hambre sabía que tenía que hacer un esfuerzo por comer.
—Prueba el jabalí Rahe, está muy bueno— Luce intentaba ayudar a su hermanita y le sirvió una gran porción de jabalí en su plato.
—Gracias Luce— Rahera revolvió el cabello de su hermano y le dedicó una sonrisa.
Todos comían tranquilamente y de vez en cuando soltaban un par de bromas para alegrar a la pequeña.
Acabada la comida todos se fueron a sus habitaciones, la princesa durmió toda la tarde y no se despertó si no hasta la salida del sol del siguiente día.
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Rhaenyra y sus hijos Luce y Rahe se encontraban en el salón del trono en rocadragón. Cerca de una semana habría pasado desde el incidente en la cena.
Lucerys miraba la mesa de poniente, más específicamente a Driftmark.
El pequeño tenía miedo, habían llegado noticias sobre el delicado estado de salud en el que se encontraba Lord. Corlys y Luce temía que tuviera que tomar el trono de Driftmark tan pronto.
—La serpiente marina va a morir ¿No es así?— preguntó Luce a su madre.
—Luce yo...—
—¡No puedo ser el señor de las mareas! El abuelo fue el más grande marinero que ha existido y yo me mareo incluso antes de que el barco salga del puerto. Lo voy a arruinar todo; yo no quiero Driftmark, debió haber pasado a Ser. Vaemond— la voz de Luce era triste.
