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¿Cómo fue que te encontraste en una posición tan comprometedora? Espalda presionada contra el suelo duro, cara sonrojada. El hombre voluminoso se sentó a horcajadas sobre ti haciendo imposible escapar. Cada pizca de su insoportable arrogancia envió oleadas de frustración corriendo por tus venas.
"Te ves increíble debajo de mí", tu pobre excusa de compañero se burla. "Podría mantenerte aquí", sus dedos se aprietan alrededor de tus muñecas manteniéndolas en su lugar sobre tu cabeza.
Esto no era lo que tenías en mente cuando lo retaste a una sesión de entrenamiento hoy. Por mucho que odiaras estar cerca de Carlos, siempre deseabas quitarle esa maldita sonrisa de la cara. Nunca perder la oportunidad de ponerlo en su lugar, preferiblemente una que lo haga callar. Su compañero mercenario de UBCS fue ciertamente un coqueto. Uno que desafortunadamente nunca pareció darse por vencido.
El día que apareciste no le faltaron frases para ligar. Inicialmente cediste a sus bromas coquetas. Sus grandes ojos color chocolate, cabello oscuro y desgreñado con el que te morías por jugar. Y una sonrisa que podría derretir tu corazón. Podría haber sido fácil enamorarse de él.
Sin embargo, pronto tu atracción se desvaneció cuando te diste cuenta de que coqueteaba con todas las demás mujeres del equipo. No eras ajeno a su tipo. Del tipo que anhelaba la atención del sexo opuesto. Tu trabajo significaba mucho más para ti que una posible aventura.
"Quítate de encima de mí o ayúdame. Te aplastaré los testículos mientras duermes..." Amenazas, retorciéndose bajo su agarre.
Los labios de Carlos se curvan en una sonrisa, "Me gustaría verte intentarlo, pequeña".
El apodo debería haberte repelido.
En cambio, una ola de placer se disparó directamente a tu centro.
