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Raccoon City era un páramo en ruinas en este momento. Cada hora que pasaba hacía que la idea de sobrevivir en el lugar pareciera más desesperada. Cada cuerpo con el que tropezabas aumentaba la tensión en tus hombros. Cada una de esas... cosas que saltaron por una ventana te envolvieron como un juguete. Habías pisado tantos escombros y cristales en este punto, que podías sentir pequeñas piedritas en tus zapatos
Actualmente, estabas siguiendo a Jill, lista y alerta en caso de que Némesis decidiera hacer alguna visita sorpresa. Ese hombre... Carlos... era cercano a Jill y nunca le quitaste los ojos de encima. Esperabas que el hombre pudiera sentir tu mirada penetrante ardiendo en su espalda.
Estudiaste el parche de Umbrella en su hombro, una sensación de asco acumulándose dentro de tu estómago. Umbrella. No podías creer con qué facilidad el hombre había convencido a tu compañera para que confiara en él. Ustedes dos tendrían suerte si la noche no terminara con una bala en la espalda. Aunque tal vez podrías dispararle a ese bastardo, justo antes de que te desangraras. Al menos llevártelo contigo.
Sin embargo, cuanto más pasos dabas, más cuestionabas las intenciones del hombre. Solo estaban tú y Jill... solas aquí. ¿No confió lo suficiente en sus habilidades como para poder eliminarlos a ambos? Patético.
