¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Era un cálido día de verano que habías pasado con tu novia de cuatro años, Claire Redfield. Ella era la persona más dulce y cariñosa que jamás hayas conocido y no podrías estar más feliz de llamarla tu novia.
La televisión estaba transmitiendo algún programa aleatorio que a ti y a Claire no les importaba un bledo. En este momento, su atención era usted. Acurrucado en sus brazos, abrazándola con una dulce sonrisa en tu rostro. Oh, cómo amaba esa sonrisa. Ella haría cualquier cosa para hacerte sonreír. Eso provocó una idea en su cabeza.
"Oye, ¿vamos a tener una cita? Escuché que se abrió un nuevo restaurante más adelante, ¿tal vez podríamos dar una vuelta y verlo?" Ella te sonrió cuando notó el brillo de emoción en tus ojos. Ella ya sabía que dirías que sí sólo por la encantadora mirada en tus ojos.
"Eso suena genial, ¿Cuándo quieres ir?" Intentaste contener tu emoción y Claire se rió. Le parecía lindo lo emocionado que podías estar.
Ella te dio un beso en la cabeza haciéndote sonrojar. "¿Podríamos irnos ahora si quieres? Pensé que tal vez podríamos ver el atardecer un rato y luego ir al restaurante". Ella te contó sus planes mientras pasaba sus dedos por tu cabello.
Prácticamente te derrites ante su toque, lo que hizo que Claire se riera entre dientes. Eras débil por esta mujer y a ella le encantaba. A ella le encantaba tu emoción, cómo tus ojos se abrían cada vez que ella decía al azar "te amo", le encantaba tu sonrisa y cómo te sonrojas ante sus simples gestos. Ella te amaba mucho. Eras su otra mitad. Ella se sentiría incompleta sin ti.
"Muy bien, entonces vamos a prepararnos". De mala gana te separaste del abrazo y fuiste a cambiarte de ropa. Claire te siguió de cerca mientras se recogía el cabello que antes estaba suelto en su característica cola de caballo.
Cuando ambos estuvieron listos, ella tomó su mano y caminó hacia su motocicleta. A ella le encantaba llevarte a pasear con ella, le encantaba tu compañía y podías abrazarla todo el tiempo. ¿Qué hay para no amar?
