Tlachinolli teuatl

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DIOS DE LA GUERRA

┏━°⌜ 赤い糸 ⌟°━┓

🄾🄿🄴🄽🄸🄽🄶

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ᴠᴏʟᴜᴍᴇ : ▮▮▮▮▮▮▯▯▯

|◁ II ▷

Casa de la Curandera

Los relámpagos destellaban el firmamento y hacían parpadear las nubes con destellos azules. El huracán que rotaba una y otra vez cerca de la meseta parecía acercarse más y más, amenazando con comerse la colina entera y llevarse consigo la casa de Tepatiliztli. Todos estos elementos parecían confabularse y preparar la inminente batalla que se iba a desencadenar. Uitstli no podía estar más aterrado: sin más poderes que su magia chamánica, sin más armas que una Macuahuitl que se encontró en la casa de su hermana... Ante la imponente figura de la deidad azteca que se erguía a diez metros frente suyo, Uitstli volvió a sentir una sensación que hacía siglos que no sentía: 

La de sentirse pequeño, débil e inofensivo frente a un peligro que lo superaba con creces.

Pero incluso con todas las de perder, aún sentía la osadía de luchar, incluso si es contra una deidad a la cual había rezado toda su vida. Si ella amenazaba la vida de Zaniyah, entonces no importaba que cometiera un pecado capital de levantar su arma contra un dios.

—¡¿QUIÉN ERES?! —vociferó Uitstli, aunque en el fondo de su destartalado corazón, ya sabía la respuesta.

De repente, y sin que él se diera cuenta, la adrenalina del escenario comenzó a mermar y a tranquilizarse: los vientos del huracán se fueron ralentizando, y el propio tornado se fue desvaneciendo; los relámpagos fueron cesando sus explosiones térmicas, y pronto no hubo ningún rayo que azotara los cielos. Los temblores acabaron, y el suelo bajo los pies de Uitstli dejó de tambalearse. Cuando el guerrero azteca quiso reparar en ello, todo el escenario había vuelto a la normalidad, y ahora reinaba una calma absoluta... pero lúgubre.

La silueta de la deidad azteca se llevó una mano a la cintura. De allí se desató un colgante, y rodeó sus dedos alrededor del cuello de un jarrón marrón con ideogramas negros. Levantó la jarra a la altura de su cabeza y se la enseñó a Uitstli. 

—¿Puedo entrar? —exclamó la deidad, su voz tan profunda y retumbante que era como si huracán le estuviera articulando palabras— Te traigo Ixtac Octli, como ofrenda de paz.

Record of Ragnarok: Blood of ValhallaWhere stories live. Discover now