Capítulo 4: Renacidos Sin Cobardía.

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┏━°⌜ 赤い糸 ⌟°━┓

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ᴠᴏʟᴜᴍᴇ : ▮▮▮▮▮▮▯▯▯

|◁ II ▷|

Voivologa

Mansión Marrón

El Don Serbio, Velimir Stanimirovic, festoneaba la mirada con un gesto de indiferencia mientras leía con mirada de soslayo algunos poemas del libro de Ovidio al tiempo que tenía que soportar la presencia del hombre uniformado militar que caminaba de un lado para otro en la misma sala de estar donde, hasta hace no unos minutos, había recibido a Kenia y Gauchito.

El paramilitar parecía dar pequeños saltitos de ansías mientras caminaba de aquí para allá, dando miradas de zozobra al poco convaleciente Don Serbio. El pertrecho uniforme militar táctico que vestía, con su chaleco negro atiborrado de fundas, lo hacía ver como un comandante. Se pasó una mano por la barba afeitada y la cabeza calva; el sonido de sus roces resonó en toda la callada sala. El silencio lo mataba por dentro, así como la angustia de ver la poca importancia que Velimir Stanimirovic le estaba dedicando.

—Yo creo en la Gran Serbia, Don Velimir —se expresó el paramilitar con gran vehemencia, deteniéndose y volviéndose hacia él. Velimir cerró el libro y miró de reojo—. A pesar de derrota, tras derrota, tras derrota, en los treinta años entre 1990 y 2020, yo aún tengo fe... —apoyó las manos sobre el escritorio de Velimir— en que aún podemos instaurar el sueño de la Gran serbia, patrocinado por nuestros fundadores desde hace milenios.

Velimir apretó los labios. Asintió la cabeza en gesto de entendimiento. Acarició la superficie de tapa dura color marrón del libro.

—¿Por qué vienes a mí, Zizek? —preguntó Velimir, la mirada abajo, sintiendo las yemas de sus dedos pasar por el relieve del libro—. Luego de tantísimos años de no invitarnos a unas copas de rakia, haciendo negocios en las sombras bajo la vista de los Siprokroski, decides venir a mí. Justo ahora —lo miró a lo ojos, la mirada prejuiciosa— Sin avisar.

—Cómo si no lo hubiera dejado claro con lo que dije antes —el paramilitar Zizek sonrió sardónicamente—. El momento está a punto de llegar, Don Velimir. Una nueva guerra se avecina para esta Yugoslavia a la cual los rusos y la Reina Valquiria decidieron nombrar como "Provincias Unidas". Una tomada de pelo.

—No para ti, al menos —Velimir señaló la calva cabeza de Zizek con una mirada. Su comentario sacó risas bajas en Vitomir, de pie al lado de su hermano, y a todos los mafiosos serbios que se hallaban ululando en la sala de estar.

—Hablo en serio, Velimir —Zizek presionó varias veces su dedo contra el escritorio—. Incluso en este nuevo mundo, hemos logrado, tú y yo, recobrar el mismo poder sobre el débil Estado Serbio, como previamente teníamos. Tenemos al presidente Ratsko bailando en la palma de nuestra mano —colocó dos dedos sobre la palma de su mano izquierda, y empezó a simular un exagerado y estúpido baile con esos dedos, lo que hizo sacar una risa altanera en Zizek. Velimir, por cortesía, sonrió y carcajeó con él—. ¡Y AÚN ASÍ! —Zizek estampó las manos sobre el escritorio, acallando las risas y tensionando horriblemente la sala—. Ni en un solo momento te has parado a pensar... en la gran oportunidad que tenemos para recobrar lo que es nuestro.

Record of Ragnarok: Blood of ValhallaWhere stories live. Discover now