Huallaliztli Yehhuatl Teotl

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LA LLEGADA DE UN DIOS

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ᴠᴏʟᴜᴍᴇ : ▮▮▮▮▮▮▯▯▯

|◁ II ▷|

El aire olía a chamuscado, y el ambiente estaba intoxicado por el humo del lejano fuego. Todo estaba tintado de negro, y solo se podían ver las sombras de las montañas, de las personas que estaban encima de ese monte, y de las figuras de chozas de paja y templos de piedra siendo quemados y saqueados. En lo alto de la silueta negra de la montaña, un Uitstli de treinta y seis cayó de rodillas, la mirada impotente y devastada por estar viendo a Tenochtitlan en manos de los Españoles, los Tlaxaltecas y tantos otros pueblos en contra de los aztecas. Fue ese el momento en que su vida cambió para siempre, y el primero momento en que se incubó al Jaguar Negro muy dentro de sí.

Las reptantes sombras de aquellos inmemorables sucesos se disiparon y adoptaron otra forma. El escenario cambió en segundos, siendo ahora uno asemejándose vagamente al de una acrópolis de templos y pirámides aztecas que emergían de las aguas, cual Atlántida. En la gran rotonda, centro de toda la ciudadela, se erguían dos hombres que se atravesaban sus vientres con gruesos espadones. El semidiós del mar, Tlacoteotl, cayó de rodillas primero, su armadura de agua deshaciéndose mientras que era quemado por el espadón de Uitstli. Este último, transformado en el Jaguar Negro, no cedió ante el dolor de tener el sable de su enemigo traspasando su abdomen. El primero en morir fue Tlacoteotl, cayendo desmoronado sobre las aguas. Segundos después, Uitstli cayó sobre sus rodillas, y arrojando una última mirada al firmamento, se despidió del mundo terrenal con un susurro.

La visión del pasado transmutó una vez más, y ahora estaba en el Valhalla. Al principio, tanto él como la gran mayoría de sus familiares reencarnados en los Nueve Reinos se mostraron confundidos, después reacios al servir a la Reina Valquiria (en aquel entonces Freyja) y a la Corona (trayendo recuerdos de la Corona Española con eso), y por último dispuestos a hacer un pacto de servidumbre siempre y cuando dejaran fundar una nueva Tenochtitlan para los aztecas, independientes de la Civitas Magna. Por un tiempo, los aztecas se llevaron muy bien con la Reina Valquiria, y gracias a la diplomacia entre ella y el Huey Tlatoani, el feudo franco pudo prosperar tanto como la antigua Tenochtitlan. 

Record of Ragnarok: Blood of ValhallaWhere stories live. Discover now