Capítulo 2: Los Mafiosos

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┏━°⌜ 赤い糸 ⌟°━┓

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Condado de Deponija

Centro Orfanatorio de Ana Neda

Los resplandecientes rayos carmesíes del lejano Estigma de Lucífugo se filtraban a través de las celosías, las claraboyas y los rotos vitrales que resplandecían en colores dorados y rojos. Los agujeros deformaban las figuras de los santos serbios dibujados en aquellos coloridos vidrios, haciendo que más luz se cuele en la lúgubre planta cruciforme; con su forma de cruz se disponían hileras de graderías para coros, muchas de sus sillas siendo sucias y rotas al igual que el resto del interior de la iglesia.

Al final del pasillo con forma de cruz se disponía un largo mesón con mantel blanco y multitud de platos, cada uno teniendo granos, ensaladas, panqueques salados y tazas de café. Mujeres serbias vistiendo densas togas negras anadearon hasta la mesa, tomando ceremonial asiento; tenían las cabezas rapadas, y el cabello restante formaban cruces sobre ellas. Una última mujer serbia entró en la estancia, rodeó el mesón y llegó a su asiento. Esta última despedía aires de matriarca con su avanzada edad, y a diferencia de sus hermanas, ocultaba su cabeza con un tocado negro y rectangular de cincuenta centímetros de alto.

—Dobro jutro, sestre —dijo la matriarca ortodoxa. Analizó a cada hermana con una mirada, asegurándose de que todas estuvieran presentes. Asintió con la cabeza al verificarlas a todas— Pomolimo se...

La matriarca cerró sus ojos colocó sus manos en gesto de rezar, y sus hermanas la imitaron. Comenzaron a murmurar silenciosos rezos en su tosco y regional serbio. El silencio imperó en toda la estancia, invadido tímidamente por las oraciones ortodoxas de las monjas.

Y de repente, el silencio fue interrumpido brutalmente por el ruido reverberante de pisadas de botas y zapatos encaminarse por la galería en dirección a ellas.

Las silenciosas y guturales oraciones de la matriarca se acallaron, y tanto ella como sus hermanas alzaron sus cabezas. Vieron a lo lejos dos siluetas anadear hasta el largo mesón; sus sombras recubrían sus cuerpos y no se iluminaban incluso al pasar por debajo de los rayos que se filtraban por los ventanales. Para las hermanas, parecían dar la impresión de ser dos emisarios del infierno que vinieran a reclamar sus almas. Para la matriarca, con el ceño fruncido creando grandes cañones en su frente y el corazón replicando con zozobra, aquellos eran emisarios... pero viniendo de un lugar peor que el infierno.

Las hermanas intercambiaron miradas nerviosas, y un tumulto de pánico se acumuló entre ellas, haciendo que se revolvieran ligeramente sobre sus sillas. Murmuraron confusas e hicieron oraciones distintas a las que había hecho la matriarca: rezaron salvación a San Efrén, a Abraham de Clermont y a otros tantos diversos santos mientras hacían gestos de la cruz ortodoxa. Las pisadas resonaban ahora a pocos metros de ellas, y la matriarca, sin quitarle un ojo de encima a las peligrosas siluetas, silenció a sus hermanas con una rabiosa maldición entre dientes. Las hermanas acallaron justo cuando los dos allegados se pusieron frente al mesón.

Record of Ragnarok: Blood of ValhallaWhere stories live. Discover now