Capítulo 7. Deja de hacerlo.

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Belén volvió al poco y ambas seguimos trabajando hasta que se hizo la hora de comer.

-Quédate a comer si quieres, porque tenemos que seguir trabajando un poco más por la tarde y así no te vas y vuelves -ofreció recogiendo alguno de los papeles de encima de la mesa.

-Ah, no, no te preocupes, no quiero molestar -sonreí agradecida.

-No es problema, total, voy a tener que pedir la comida porque mi querido hijo no me había avisado de que venía, y no tengo nada -me miró con cara de circunstancia.

Solté una risita ante eso y asentí.

-Está bien -acepté tímida.

Le ayudé a recoger lo que faltaba y escribí a mi madre para avisar de que no iba a ir a casa y que me quedaría trabajando por la tarde. En realidad solo tenía que trabajar por las mañanas, pero había un montón de proyectos retrasados, y no quería que Belén lo hiciera sola. Además, tampoco tenía nada mejor que hacer, así que no me importaba en absoluto.

Seguí a Belén hasta la cocina y me senté en un taburete mientras ella buscaba en internet la carta de un italiano que decía que estaba muy bueno.

-Ay, a mí la carbonara me encanta -murmuré cuando la nombró.

Ella soltó una risita.

-Genial, así compartes con Pablo, que es al único que le gusta -sonrió después.

Sonreí también y seguí escuchando mientras ella nombraba más opciones, para después hacer el pedido.

Justo entonces el móvil comenzó a sonar entre sus manos, a lo que descolgó y se lo llevó a la oreja.

-Dime, cariño -contestó tan risueña como siempre.

Yo aproveché para coger el móvil también y leer el "ok" de mi madre como respuesta a mi mensaje.

-¿Cómo que dónde estoy? Pues en casa, ¿No vienes a comer? -frunció el ceño.

Elevé la mirada hacia ella, y al instante se llevó la mano a la cara para taparse la boca que acababa de abrir en forma de sorpresa.

-Mierda, se me había olvidado. Cojo el coche y voy, ¿Qué restaurante era? -preguntó mientras se dirigía hacia el comedor para coger el bolso y las llaves-. Salgo ya, espérame fuera.

Bajó el móvil de la oreja y colgó con bastante prisa, mientras yo la seguía con la mirada.

-Qué idiota soy. Tenía una reunión con un cliente, y se me había olvidado por completo. Mi marido ya está allí y me va a matar -aseguró regañándose a sí misma.

Puse cara de circunstancia y ella negó con la cabeza.

-Avisa a Pablo de que me he ido, y empieza a trabajar sin mí, te avisaré cuando acabe -anunció volviendo hacia la cocina-. Ya lo siento, si tienes alguna duda me llamas.

-Tranquila, no te preocupes, no pasa nada -sonreí amable-. No vayas con prisa, ya iré haciendo yo cosas.

-Gracias, Valentina -sonrió y me dio una palmadita en la mano que tenía sobre la encimera.

-No es nada -le quité importancia.

-Madre mía... ¿Dónde llevaré la cabeza? -balbuceó saliendo de la cocina hacia el vestíbulo.

Solté una risita y negué con la cabeza. Podría ser yo perfectamente, la verdad.

Suspiré y me levanté del taburete para ir hacia el ventanal del comedor mientras llamaba a Gavi por teléfono, ya que no me apetecía recorrer toda la casa para encontrar su habitación o donde quisiera que estuviera.

Olas de intensidadOnde as histórias ganham vida. Descobre agora