Capítulo 34. Si quieres...

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La fiesta estuvo increíble. Nos lo pasamos genial, todos con todos y la verdad es que no pude sentirme más afortunada. Mis amigas por fin conocieron a los chicos, y se llevaron genial, cosa que me alegró mucho. Les estuve contando un montón de cosas, y aunque traté de hacer caso a todo el mundo, mi atención se centraba un poquito más en el sevillano que tenía al lado. 

-¿Tienes algo que confesar? -susurró Inés en mi oreja para que no la escucharan. 

-¿Yo? Qué va -fruncí el ceño. 

Asintió incrédula y dirigió una mirada rápida hacia Pablo, a lo que me encogí de hombros como si no fuera conmigo el tema, y seguí la conversación de los demás. 

Obviamente quería contarle todo, pero preferí esperar primero a que se arreglaran las cosas entre Pablo y yo. 

Me gustaba, eso era obvio. Y también sabía que yo le gustaba a él, pero no sabía en qué sentido. No sabía si se había aclarado, si volvía a mí porque sí, para un rato y ya está, o qué era lo que quería. Y a pesar de que lo que más me apetecía en ese momento era estar con él, no tenía intención de hacer nada para conseguirlo, porque no quería volver a pasar por lo mismo. Así que si él quería estar conmigo, que lo demostrara. 

Cuando terminó la fiesta, recogimos entre todos un poco y fuimos a despedirnos los unos de los otros, así que me dirigí hacia el comedor a coger mis cosas. 

-Cojo la chaqueta también y nos vamos -se me acercó Gavi. 

-¿A dónde? -fruncí el ceño hacia él. 

-A mi casa -contestó obvio. 

Me quedé quieta ante eso y dudé durante unos instantes. 

-¿Por qué se supone que iba a ir contigo? -alcé un poco las cejas. 

-¿No vas a hacerlo? -me imitó. 

-¿Me lo has pedido?  

-¿Hace falta?  

Volví a quedarme en silencio analizándolo. 

-Ha venido mi hermano y me apetece estar con él -murmuré entonces. 

-Y yo tengo tu regalo en mi casa y también me apetece dártelo -rebatió. 

-Puedes dármelo otro día -solucioné. 

-Puedes ver a tu hermano mañana y todos los demás días, antes ha dicho que se quedaría -aseguró acercándose un poco más. 

-Sabes que no me gusta que me digan lo que tengo que hacer -me acerqué también. 

-Sabes que no me gusta que me rechacen. 

-Pues vas a tener que acostumbrarte -sentencié y fui a irme, pero me frenó. 

-Valen -tensó la mandíbula. 

No es que no quisiera ir con él, lo que no quería era que se pensara que volvía a tenerme a sus pies. 

Clavé mis ojos en los suyos y esperé a que hablara. 

-Si no quieres quedarte a dormir lo entiendo, pero me gustaría darte el regalo, porque tu cumpleaños es hoy, no otro día -trató de explicar-. Si quieres luego te llevo a casa y ya está, pero ven diez minutos aunque sea, por favor. 

¿Tan difícil era decirlo así desde el principio?

Tomé aire y cuando fui a contestar mi hermano se nos acercó. 

-¿Te espero para ir a casa, o? -preguntó contento. 

Sentí la mirada de Gavi sobre mí, mientras yo miraba a David. 

Olas de intensidadTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon