Capítulo 37. ¿Estáis juntos?

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Montamos al coche de Gavi, y a mitad de camino hacia su casa recibió una llamada. 

-Dime, Ferrán -puso el manos libres. 

-Hey, ¿Estás haciendo algo? -preguntó el otro. 

-Estoy yendo a casa, ¿Por? ¿Necesitas algo? -el sevillano miró la pantalla del móvil rápido. 

Unos segundos de silencio prevalecieron en el aire, y se escuchó un suspiro algo cortado. 

-¿Puedes venir a mi casa? -murmuró después Ferrán. 

-Mm, pues es que estoy con Valentina -me miró Gavi. 

-Ah... -balbuceó con un tono tristón. 

-Déjame en mi casa y ve, tranquilo -hablé bajito hacia el sevillano.

Frenó en un semáforo y me miró negando con la cabeza como con pena, a lo que yo le hice una seña como de que fuera. 

No sabía qué le pasaba a su amigo, pero desde luego que se notaba que no estaba bien, y no quería que por mí Gavi no pudiera ir a estar con él y ayudarlo en lo que fuera. 

-Bueno, pues es igual... -suspiró Ferrán-. Ya hablaremos. 

Yo chasqueé la lengua y después de mirar la pantalla miré de nuevo a Pablo, quien ponía cara de circunstancia.

-Dejo a Valen y voy, dame 15 minutos -informó girando en dirección a mi casa. 

-Vale, tranquilo, gracias -respondió Ferrán al instante-. Siento haberos jodido el plan, Valen -añadió después. 

-No es nada, hombre -sonreí levemente sin que me viera. 

Nos despedimos de él acto seguido, y tomé aire después de que Gavi colgara. 

-Parece que tú no me has echado tanto de menos -murmuró dirigiendo una mirada rápida hacia mí. 

-¿Por? -fruncí el ceño mirándolo. 

-No sé, muy rápido has aceptado que vaya a casa de Ferrán y no me quede contigo -alzó un poco las cejas. 

Solté una risita y llevé mi mano a su nuca para acariciarla con las uñas. 

-Es porque me sabía mal, se notaba que no estaba bien, quizá le haya pasado algo -me encogí de hombros. 

-Pues que habrá discutido con Sira, para variar -resopló. 

-Bueno... -suspiré sin saber qué decir. 

Negó con la cabeza y yo dirigí la mía hacia el frente, para mirar a la carretera mientras seguía con la mano en su nuca. 

Al cabo de un rato llegamos frente a mi casa, y justo al instante de parar, Gavi bloqueó las puertas del coche. 

-¿Qué haces? -me giré hacia él frunciendo el ceño. 

-Asegurarme de que no te vas a bajar sin darme un beso -sonrió con superioridad. 

Sonreí levemente y alcé las cejas. 

-Ah, o sea, que tu forma de conseguir que te de un beso es obligándome -supuse divertida. 

Se encogió de hombros como sin solución y yo negué con la cabeza. 

Me quité el cinturón y giré todo mi cuerpo hacia él, acercándome despacio, llevando mi mano izquierda a su mejilla, y repasando su cara a la vez que él repasaba la mía, para después fijar sus ojos sobre mis labios. Esbocé una media sonrisa, y cuando apenas quedaban unos centímetros de separación entre nuestras caras, llevé mi mano derecha en un movimiento rápido a su puerta, para pulsar el botón de desbloquear y darme la vuelta hacia la mía abriéndola de golpe para después salir con rapidez. 

Olas de intensidadWhere stories live. Discover now