Capítulo 31. No pasa nada.

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La verdad es que ni siquiera sé qué queréis que os cuente de la noche con Gavi. ¿Cómo os imaginaríais una de las mejores noches de vuestra vida? Porque yo creo que de la mía fue la mejor. Podría hasta decir que recuperamos todo el tiempo que habíamos perdido durante las semanas que no nos vimos. 

Sin embargo, a la mañana siguiente no pude evitar que varios pensamientos no tan buenos divagaran por mi cabeza. ¿Había vuelto a caer? ¿Volvía a ser lo mismo de antes? No sabía qué esperar de Pablo, ni sabía si me había equivocado. Aunque, pensándolo bien después, qué cojones. Había disfrutado con él, y de él, vaya, así qué, qué más daba. Si solo había sido una noche, pues que solo fuera una noche. Debía empezar a ser un poco más pasota en ese aspecto, y no depender sólo de lo que decidiera él. 

Aunque toda la calma desapareció de mí cuando desperté, porque por poco salí de la cama de un bote. Se me había pasado por mucho la hora de levantarme, y llegaba tarde al trabajo. 

-¿Qué haces? -preguntó Gavi abriendo los ojos poco a poco más que confuso cuando encendí la lamparita, a pesar de que traté de no despertarlo. 

-Lo siento, tengo que irme -murmuré poniéndome los pantalones. 

-¿A dónde? ¿Qué hora es? -intentó incorporarse. 

-A trabajar, Pablo, a dónde me voy a ir -contesté con mucha prisa. 

-¿Un sábado? -por fin pudo abrir los ojos del todo, tapándoselos un poco con la mano. 

-Si no te parece bien quéjate a tu madre -argumenté yendo hacia el baño a peinarme. 

Soltó un bufido y volvió a dejarse caer en la cama. 

-Me va a matar... -murmuré intentando arreglar mi cara con un poco de maquillaje. 

-Bueno, dile que te ha surgido un imprevisto y ya está -solucionó tapándose de nuevo con la sábana. 

-Sí, el imprevisto de estar follándome a su hijo -ironicé, aunque no era ninguna ironía. 

Gavi soltó una risa bajo la almohada y la levantó un poco para mirarme. 

-Seguro que por eso te perdona -bromeó. 

Asentí obvia y me puse los pendientes. 

Entonces es cuando me di cuenta. 

-Gavi -lo miré seria. 

-¿Mmm? 

-Levanta, tienes que llevarme -me acerqué a la cama. 

-¿Qué? -levantó la almohada. 

-Vinimos con tu coche, no tengo el mío y ni de coña me da tiempo a pedir un taxi -le aparté la sábana de encima. 

-Bueno, pues coge las llaves -solucionó. 

-¿Qué? -fruncí el ceño. 

-Llévatelo tú y ya -habló sin darle importancia.

-Ah, vale -acerté a decir un poco descolocada. Al menos me lo dejaba para ir. 

Terminé de vestirme, cogí mis cosas y fui a salir de la habitación a toda prisa. 

-¿Vas a irte sin darme un beso? -preguntó todavía ronco. 

-Joder -me quejé dando la vuelta. 

-Bueno, pues ya se lo pediré a la vecina -bromeó dándose la vuelta para mirarme mal. 

-Calla, idiota -me acerqué a la cama para dejar un beso sobre su cabeza. 

-Eh -se quejó también, atrapándome en un movimiento rápido entre sus brazos, tirándome hacia la cama. 

Olas de intensidadWhere stories live. Discover now