Capítulo 32. No puede ser...

9.9K 571 96
                                    

Conduje hasta casa de Gavi algo irritada y también cansada. Sinceramente, hasta agradecía que mis amigas no estuvieran, porque así no tenía que salir ni hacer nada.

Avisé a Pablo de que ya estaba fuera de su casa, y acto seguido leí los mensajes que me iban llegando de mis amigas, felicitándome y pidiéndome perdón a partes iguales. Obviamente estaba bastante desanimada, pero no quise seguir dándole importancia, al fin y al cabo, solo era un día más y ya está. 

A los pocos minutos, Pablo salió por la puerta de casa, pasando por delante del coche algo serio. 

-Hey -saludó al abrir la puerta-. Siento haberte hecho venir, pero si Pedri falta al entrenamiento de hoy, Xavi lo mata -explicó un poco preocupado. 

-No pasa nada, de todas formas tu madre ya me ha dicho que me vaya a casa -le quité importancia y empecé a conducir. 

-¿Y eso? -me miró confuso. 

Por unos segundos dudé en si decírselo o no, pero total, qué más daba ya. 

-Hoy es mi cumpleaños. Y bueno, tampoco...

-¿Cómo que hoy es tu cumpleaños? -me interrumpió de golpe. 

-Mhm -asentí con una expresión de no darle demasiada importancia. 

-¿Es una broma o algo? -me miró incrédulo. 

-Mm, no -lo miré durante unos segundos. 

Se quedó analizándome, como sin saber si le decía o no la verdad. 

-¿Y por qué no me lo habías dicho? -preguntó obvio. 

-Hombre, pues como comprenderás no voy a levantarme y a decir, "Ay hoy es mi cumpleaños, Pablo" -puse voz ridícula-. Además, ni siquiera yo me he acordado -reconocí. 

-Joder, Valentina, no digo que te pongas un cartel en la frente, pero no sé... -se encogió de hombros sin saber qué decir. 

-No importa. No sé, pensaba que te lo habría dicho Pedri o algo, pero parece que él tampoco se ha acordado -murmuré entonces. 

-Pf, justo te has ido a fiar del mejor -alzó las cejas sarcástico. 

-¿A qué te refieres? 

-A que no sabe ni qué día es su cumpleaños, como para acordarse del de los demás -contestó obvio. 

Negué con la cabeza y seguí conduciendo en absoluto silencio con un Gavi un tanto enfadado, hasta que al poco llegamos frente a la casa de su amigo. 

Seguí al sevillano hasta la entrada, donde buscó una llave debajo de una figurita que había de decoración, para después abrir. 

-Pedri -elevó un poco la voz mientras entrábamos-. Ya estamos. 

Sin embargo, no contestó nadie. 

-Como haya conseguido salir y me haya hecho venir aquí para nada... -murmuró bajito. 

Alcé las cejas un poco y lo seguí hacia el comedor, donde no había nadie. 

-Igual está en su habitación -hice el amago de subir. 

-Espera -me frenó Gavi y señaló la puerta de la terraza que estaba abierta. 

Se dirigió hacia allí y yo me giré hacia la cocina. 

-Está aquí -gritó Pablo desde fuera. 

Rodé los ojos y me dirigí hacia ahí, mientras sacaba el móvil del bolsillo para mirar la hora y escribirles un mensaje a mis amigas, preguntándoles si podrían hacer videollamada. 

Olas de intensidadWhere stories live. Discover now