Capítulo 9. Que ni la miréis.

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Estuvimos el resto de la mañana trabajando, llamando todavía a clientes y concretando proyectos. 

-Ayer leí lo de la revista ¡Hola! -informé a Belén al recordarlo. 

-Uf, qué pereza -suspiró. 

-¿Por? -fruncí el ceño. 

-No hay manera de convencer a ese señor. Me da rabia porque siempre que me lo encuentro saca el tema, pero nunca lo aclara del todo. Él sabe que no está contento con lo que tiene, pero se niega a cambiarlo -explicó harta. 

-¿Y eso por qué? 

-Básicamente porque no le gusta reconocer sus errores -levantó la vista hacia mí-. La elección del despido y nueva contratación fue suya, pensando que iría a mejor, y ha pasado lo contrario. Pero es idiota y no quiere aceptarlo. 

Solté una risita y alcé las cejas. 

-Perdona, no quería decir eso, pero es que... -hizo como si se mordiera la lengua. 

-No te preocupes -sonreí-. Al fin y al cabo, tienes razón. No sabía que era así. 

-Pues sí, hija, sí -murmuró. 

Tomé aire y me dispuse a pensar en algo que pudiera hacer, pero mi reflexión se vio interrumpida cuando Gavi entró a la sala a los pocos minutos. 

-Hola -saludó y se acercó a su madre a darle un beso. 

-¿Todavía no te has ido? -frunció ella el ceño. 

-Me iré después de comer -informó mirando algunos de los papeles que había sobre la mesa. 

Traté de no prestarle mucha atención y justo en ese momento se me ocurrió algo. 

-A mí todavía no me conoce el dueño -me di cuenta y miré a Belén-. Quizá si hablo con él sin que sepa que tengo un interés de proyecto le de una vuelta a lo de cambiar de nuevo. 

Ella me miró también y se quedó pensando. 

-¿De qué hablas? -me miró igual Gavi. 

-Nada -contesté sin apartar la mirada de su madre. 

Frunció el ceño y se acercó hacia mí para mirar el portátil. 

-¿Y cómo lo harías? -preguntó Belén. 

-No lo sé, puedo mandarle un correo como hablando sobre el problema o algo así -dudé. 

-¿Quién es Antonio? -leyó Gavi en mi portátil. 

-O puedo escribir a su página de Instagram -lo ignoré y seguí hablando con su madre. 

-Pero entonces sería como si le escribiera cualquier lector -rebatió ella. 

Eso era verdad. Asentí y me quedé pensando. 

-¿Es el director de la revista esa? -siguió hablando Gavi. 

Chasqueé la lengua y bajé la tapa del ordenador para que no siguiera leyendo y distrayéndome. 

-Eh -se quejó. 

-¿Cómo puedo llegar hasta él? -pregunté en voz alta aunque para mí misma.

-No lo sé, es complicado... -susurró Belén sin solución. 

-Si es Antonio... -Gavi de nuevo. 

-Pablo, ¿Te quieres callar ya? -me giré hacia él-. Estoy intentando pensar en algo. 

Clavó sus ojos en los míos y apretó la mandíbula. 

-Solo iba a decir que suele venir siempre a ver los partidos del Barça, es inversor en el club y no se pierde ni uno -soltó entonces. 

Olas de intensidadWhere stories live. Discover now