Capítulo 23. Ni se te ocurra.

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A pesar de la emoción que tenía en el cuerpo por el partido y el nerviosismo por volver a ver a Gavi, me obligué a mí misma a irme a dormir nada más llegar, porque al día siguiente tenía que trabajar. 

Me levanté bastante contenta, así que puse un poco de música mientras me duchaba, y lo mismo mientras me vestía. Desde que íbamos a la oficina, me arreglaba un poco más, así que ese día escogí un traje gris, con un body blanco de tirantes debajo y unas deportivas blancas para darle un toque más informal. 

Cogí mis cosas, y después de desayunar salí directa hacia el trabajo, con un poco de prisa, porque para variar, iba con el tiempo justo. 

-Buenos días -saludé a Belén al llegar al despacho. 

-Buenos días, cariño -sonrió elevando la vista hacia mí-. Ay, qué guapa. Algún día podrías enseñarme dónde te compras la ropa -me analizó. 

Solté una risita y dejé el abrigo sobre la silla. 

-Cuando quieras -acepté sin problema. 

Sonrió y dio un trago a su café. 

-¿Qué tal el partido de ayer? -se interesó después.

-Muy bien, la verdad. Mucha tensión -abrí el portátil. 

-Ya imagino -alzó las cejas-. ¿Hacía mucho que no ibas a uno, no? 

Levante la mirada hacia ella y traté de sonreír. 

-Sí, bueno, no he tenido mucho tiempo -puse de excusa. 

Asintió y se quedó observándome. 

-Me dijo Pablo que se pusieron muy contentos porque hacía mucho que no te veían -habló de nuevo. 

-Ah, ¿Eso te dijo? -me interesé. 

-Mhm -asintió. 

Asentí también y volví a mi portátil, a lo que ella me imitó. 

-Me hace gracia porque desde que ya no trabajamos en casa no viene tanto a vernos -añadió-. Aunque bueno, cada vez sospecho más de que no venía para verme a mí precisamente -volvió a mirarme. 

Sonreí levemente y seguí mirando la pantalla. 

-¿Tú qué opinas? -preguntó divertida. 

Me encogí de hombros y comencé a escribir cualquier cosa en el ordenador. 

-No sé de qué me hablas, Belén -traté de pasar del tema. 

Soltó una risita y yo le dediqué una mirada corta mientras volvía a subirse las gafas y se ponía a trabajar. 

Tomé aire de forma disimulada y tragué grueso, esperando que no me dijera nada más. 

Sin embargo, no lo hizo, y menos mal. Así que ambas seguimos trabajando toda la mañana. Teníamos un montón de trabajo y muchos proyectos abiertos. Sinceramente había momentos en los que pensaba que no llegaríamos a todo, y eso me causaba mucho estrés y ansiedad. 

Ese día envié como mil correos para concretar cosas con diversas compañías, y no os podéis imaginar lo que me molestaba que tardaran semanas en contestar, cuando también se supone que era de su interés. 

Belén siempre me mandaba a mí ese trabajo porque decía que sino rompería los contratos con todo el mundo, y yo empezaba a entenderla, pero alguien tenía que hacerlo. 

Intenté seguir concentrándome, pasando a otra cosa mientras esperaba a ver si alguien me contestaba, pero mi nivel de estrés aumentaba cada vez más. 

Olas de intensidadTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon