❄Capítulo 12❄

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De algún modo, la capa parecía demasiado pesada, como si hubiera absorbido la humedad de la nieve. Realmente parecía que estuvo caminando en el exterior durante un tiempo.

Sintiéndose ansiosa por haberle pedido hacer algo innecesario, Shuell tomó la rama y con pasos rápidos caminó alrededor de Rayglen.

—¿Le ordenó a alguien que consiguiera esto? ¿Fue usted mismo?

—Jess se encuentra en el extremo norte ahora mismo. Si esto no le gusta, deme un tiempo. Trataré de conseguir un ramo de flores en algún lugar del este o del oeste antes de la fecha límite.

Shuell creyó que habría al menos un tipo de flor que pudiera crecer en el norte, pero realmente era una zona desolada.

Al instante, Shuell escondió la rama detrás de su cuerpo, temiendo que Rayglen pudiera quitársela.

—Esto está bien porque tiene flores. ¿Lo cortó usted mismo?

—Sí.

—Entonces, ahora esta rama me gusta aún más.

—... Bien. De todos modos, he cumplido.

Rayglen trató de retirarse tan pronto como terminó de hablar, pero Shuell rápidamente lo detuvo con una pregunta.

—¿Puedo usar el jardín de la mansión?

Rayglen asintió.

Parecía frío y distante, pero si se pensaba bien, nunca había detenido las acciones de Shuell desde que llegó a la residencia.

—Ahora también es la dueña de esta casa. Puedes usarla como quieras.

—¡Gracias!

Shuell sonrió ampliamente y expresó su gratitud.

Rayglen la miró fijamente y luego caminó por el pasillo.

—Sally —dijo Shuell mientras cerraba la puerta.

Al escuchar su nombre, Sally reconoció de inmediato lo que Shuell necesitaba.

—¿Traigo un álbum?

—Uno de tapa dura estaría bien, de esa forma la cinta y el papel no se dañarán.

—Está bien.

—¡Oh, también trae un jarrón pequeño para las flores!

Sally buscó un álbum y un jarrón sin vacilar, como si ya no le sorprendieran las palabras o acciones de Shuell.

Shuell dobló cuidadosamente la cinta y el papel, luego las acomodó en el álbum y debajo de cada uno escribió la fecha y hora.

—¿Para qué usará el jarrón? —preguntó Sally, mirando el álbum.

—Armaré un arreglo floral...

Shuell rompió con cuidado un pedazo de la rama de camelia y la metió en el jarrón pequeño.

Las flores colgaban como si fueran a caer en cualquier momento, pero tras un momento lentamente recobraron su vitalidad.

Los pétalos, ligeramente arrugados, se hincharon y brillaron.

Sally admiró las flores rojas de camelia.

—Oh, dios mío, son bonitas...

Shuell se apresuró a romper unas cuantas ramas más que salían de la rama principal. Y esta vez, los pétalos se desplegaron tan hermosamente como si florecieran de nuevo en sus manos.

Pero eso no fue todo, sino que las flores de camelia que volvieron a florecer en sus manos, emitieron una luz suave como si las hubieran bañado con la luz de la luna.

La villana cautiva al Gran DuqueOn viuen les histories. Descobreix ara