❄Capítulo 48❄

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—Esto es un álbum, y ah, no pude obtener antes la huella del Gran Duque. Compré un molde porque escuché que, si pone su mano aquí y le vierto yeso, tendrá la forma exacta.

—¿Ahora una estatua no es suficiente, sino que hará un molde de mis manos?

—No parece difícil de hacer —respondió Shuell mientras sostenía un molde de yeso—. ¿Puedo tener un molde de sus manos?

—¿Ahora mismo?

Shuell asintió rápidamente.

Ante la insistencia, Rayglen la miró en silencio por un momento y luego, a regañadientes, levantó los brazos.

El rostro de Shuell se iluminó al ver a Rayglen usando casualmente los gemelos que le había puesto.

—¿Qué demonios es para usted? —preguntó Rayglen, leyendo las instrucciones para hacer el molde.

A su pregunta, Shuell respondió colocando sobre la cama un martillo para romper el molde de yeso y pequeñas botellas.

—El Gran Duque me está dando un regalo ahora.

Ante su respuesta, Rayglen desvió la mirada del manual hacia ella.

—¡Es el momento que paso tiempo con el Gran Duque! —añadió Shuell mientras sonreía alegremente.

—De todos modos, eso siempre es posible —respondió Rayglen con una expresión tranquila.

—¡Asegúrese de recordar esas palabras!

A pesar de las palabras de Rayglen que no parecían ser gran cosa para él, Shuell lo miró fijamente con insistencia.

De repente, Shuell recordó las palabras de la señorita, quien le transmitió el rumor de que hoy se había descubierto la segunda Tablilla de Piedra. Al mismo tiempo, le llegó a la mente un incidente de la novela original que había olvidado.

«Al parecer, el anuncio de la segunda Tablilla de Piedra en el Templo se adelantó.»

Tal como estaban las cosas, el Templo se mostraría unos días antes del regreso de Rayglen al Norte.

La visita a la capital no fue planificada con antelación, pero coincidió con el momento en que se finalizó la restauración de la Tablilla de Piedra.

«Dado que se aceleró el reclutamiento mediante las invitaciones por parte de Elina, ¿se ha acelerado el incidente general?»

De cualquier manera, no era una noticia agradable porque significaba que la muerte de Rayglen podría ser antes de lo previsto.

Contrariamente a las preocupaciones de Shuell, su voz era tan tranquila como siempre.

—El Gran Duque no me dejará, ¿verdad?

En realidad, al principio pensó que no importaría mientras no fuera Elina. Si podía ver a Rayglen caminando felizmente por el sendero de flores, estaría satisfecha con quien fuera su compañera.

Estaba arando la tierra en el Norte para hacer un camino de flores, pero aun así era mejor estar con él vivo y en movimiento que cuando leía sobre él en la novela.

Todo, desde los ojos fríos, la boca bien cerrada, hasta ese perfil recto que siempre permanecía imperturbable.

Sólo mirarlo hacía que su corazón se derritiera. Es más, cada vez que lo veía, siempre surgía un deseo de origen desconocido.

—¡Aquí voy! —exclamó Shuell con valentía, levantando el martillo para romper el yeso.

—... Parece que irá a un combate.

La villana cautiva al Gran DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora