❄Capítulo 27❄

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Shuell no tuvo más remedio que usar una jugada fuerte.

—De lo contrario, llamaré al Gran Duque con un apodo extraño.

¿Un apodo extraño?

—¿Por ejemplo? —preguntó Rayglen con una expresión seria.

—Bebé... Gatito...

Rayglen alejó su mano atrapada.

—Lo supe desde el momento en que apareció con ese pollo. Sus estándares son extraños.

—¿No es todo porque el Gran Duque me golpeó? La persona que primero golpea a la otra persona debe asumir la responsabilidad.

—Nunca usé ninguna fuerza física contra usted.

—Lo que digo es que me golpeó en el corazón, ¿lo comprende? Entonces, ¿lo promete? De lo contrario, a partir de hoy, llamaré "gatito" al Gran Duque delante de todos.

Las palabras de Shuell hicieron que Rayglen se rindiera.

—Comprendo.

Rayglen se levantó agotado.

Los presentes en la mesa los miraban fijamente mientras susurraban.

—Ah, tuvimos una conversación secreta —dijo Shuell mientras sonreía alegremente.

Sílkaro, que los observaba con interés, sonrió levemente.

—Es un placer verlos. No sabía que el Gran Duque tuviera esta faceta. Ahora, si nos disculpan un momento.

Bajo la guía de Sílkaro, Elina y Rayglen desaparecieron.

Shuell se quedó sola con Betty, quien no sabía nada sobre el manejo de la espada.

Tras mirar ansiosamente la espalda de Rayglen hasta que desapareció, Shuell contempló durante un momento el lugar por donde desapareció.

—Yo... ¿Debería llamarla señorita Netri?

Shuell recordó la existencia de Betty.

—Oh, ya no uso el apellido Netri porque fui excomulgada.

Betty se sorprendió por la respuesta directa de Shuell.

A Shuell le pareció que la mirada de Betty era similar a los ojos bondadosos del Marqués Cetron, y tardíamente se dio cuenta que no saludó formalmente.

—La Saludo, señorita Betty. Conocí al Marqués Cetron, y es un honor conocerla. Por favor, llámeme Shuell.

—¡No! Por alguna razón, me pareció extraño que mi padre me recomendara asistir a la hora del té a la cual normalmente no presta atención.

Al parecer el Marqués de Cetron le había hablado de antemano sobre la hora del té.

«Como era de esperar, mi primera impresión del Marqués no fue errónea.»

Shuell sonrió gentilmente.

—¿Podría ser que la camelia fuera cultivada por la señorita?

—¡Así es! Recuerdo que no hace mucho me quedé desconcertada cuando mi padre de repente me pidió una cosa.

—Lo siento. Le pedí flores al Gran Duque, pero no creí que buscaría al Marqués y tomaría la camelia.

—Qué romántico... Parece que tienen una buena relación —dijo Betty con voz ligeramente emocionada y los ojos brillando—. El Gran Duque de Brent es tan inexpresivo, ¿no? Todos le tienen miedo porque dicen que no saben lo que piensa... ¿Qué le gusta de él?

La villana cautiva al Gran DuqueWhere stories live. Discover now