❄️Capítulo 77❄️

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«¿Por qué de repente siente curiosidad por eso?»

La oponente era Elina. Además, ahora el Duque Netri afirma constantemente que el culpable del ataque fue un monstruo.

Cualquiera que fuera la respuesta de Rayglen, no se sabía qué haría Elina. Como él no es del tiempo que miente, sería una buena idea mantenerlos alejados.

—¿Se tomaron de la mano? —preguntó Shuell de mal humor, sosteniendo con ambas manos la mano de Rayglen.

—No —respondió Rayglen con énfasis —. Le entregué el regalo a Su Alteza Sílkaro por la mañana. Tampoco tuve la oportunidad de darle la mano.

—Buen trabajo. Debe continuar así en el futuro.

En lugar de darle cumplidos, le dio unas palmaditas en el dorso de la mano.

—Escuché que diste la mano en el Norte —dijo Rayglen.

—¿Q-Qué...?

—Jess lo dijo.

Shuell miró hacia atrás.

Jess y Nevid, que los seguían, se detuvieron.

Al ver la mirada de Shuell, Jess levantó la cabeza y miró hacia otra parte.

—¡No importa el pasado! ¡Nunca he tomado la mano de otra persona desde entonces!

—Como digas.

Tan pronto como llegaron a la habitación, Rayglen intentó alejarse. Pero gracias al firme agarre de Shuell, él no pudo empujarla con fuerza.

El rostro distorsionado y los labios pálidos de Jess eran visibles a través de la puerta cerrándose.

Rayglen continuó avanzando, arrastrando a Shuell con él.

Las doncellas intentaron entrar, pero la escena los detuvo. Se quedaron quietos en el exterior para esperar las instrucciones de Rayglen.

Shuell estaba bastante preocupada porque nunca antes la había rechazado así. Se preguntaba si Rayglen pensaba que daba la mano a todas las personas con las que se cruzaba, pero se cambió de ropa en silencio.

—Gran Duque, en realidad le di la mano a Sally por un momento, eso es todo.

—Bien.

—Gran Duque, no debe darle la mano a Elina... No me agrada.

—A partir de ahora no le prestaré atención.

Rayglen se sentó tranquilamente en la silla con los brazos cruzados.

Mientras Shuell lo miraba, algo pareció llegar a su mente.

—¿Está celoso, Gran Duque?

Las personas no pueden existir sin celos desde la antigüedad. Shuell admitía que era muy celosa, codiciosa y que deseaba muchas cosas.

Por ejemplo, deseaba un pañuelo bordado con la letra de Rayglen, un retrato de todo su cuerpo en tamaño real si es posible.

Sin embargo, ¿cómo podría estar celoso un hombre que ni siquiera puede sentir cansancio en primer lugar?

Shuell no pudo creer las palabras que salieron de su boca y dejó escapar una risa avergonzada.

Como era de esperar, Rayglen no reaccionó en absoluto.

—N-Nada —dijo Shuell con calma, revisó las cartas enviadas por Sevi y miró a una doncella—. ¿Puedes preparar un ramo para mañana por la mañana?

La villana cautiva al Gran DuqueWhere stories live. Discover now