❄Capítulo 61❄

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—Señor Sevi, ¿hay alguna esperanza? —preguntó Sílkaro, sosteniendo la vida que se desvanecía en sus brazos.

—Dependerá de ellos. Solo rezaré al Dios Rappel.

No se dejó intimidar por la cruel escena y levantó la barbilla con orgullo.

El traje blanco en medio del lugar rojo oscuro, resultaba especialmente doloroso para los ojos.

—¿Podrían retroceder un momento?

A petición de un sacerdote, Jess y Shuell también tuvieron que abandonar la escena.

Tan pronto como Shuell pisó el suelo, rápidamente corrió hacia donde se encontraba Rayglen, quien continuaba mirando con frialdad el campo de entrenamiento.

Shuell levantó la cabeza frente a Rayglen.

—¿Tú también sospechas? —preguntó fríamente Rayglen.

Shuell ladeó la cabeza por un momento al escuchar la inesperada pregunta.

—No.

Solo entonces Rayglen hizo contacto visual con Shuell.

—Dijo que no fue obra de los monstruos, entonces no lo fue —añadió Shuell, sonriendo ampliamente.

—...

Los labios, que por un momento parecieron estar a punto de decir algo, se volvieron a cerrar sin rastro de movimiento.

Shuell le creyó sobre que lo sucedido no fue causado por un monstruo. Aunque nunca había visto uno antes, no había manera de que una persona con las manos llenas de cicatrices por proteger el Norte dijera una mentira.

Shuell apretó con fuerza sus dos pequeñas manos y las levantó frente a Rayglen como si estuviera lista para pelear.

—¡Siempre estaré del lado del Gran Duque, no se preocupe!

Ante la exclamación de Shuell, Rayglen frunció el ceño como si no pudiera comprender su confianza ciega.

—¿En qué te basas para creerme?

¿Necesitaba hacerle entender y convencerlo? Nunca antes se había planteado algo así.

Cuando el puente de la nariz de Shuell se frunció a causa de la preocupación, exclamó una respuesta.

—¡Porque es el Gran Duque!

Por alguna razón, la mano que sostenía una espada pareció haber estado tensa durante un momento.


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Sevi caminó por el campo de entrenamiento sin entusiasmo. De repente, su mano rozó ligeramente el aire y una suave luz fluyó a su paso.

Lo que se veía era su tremendo poder divino, el cual fue suficiente para curar en poco tiempo a los heridos.

También chasqueó los dedos hacia el caballero que estaba junto a Shuell, que seguía mirando la escena. De inmediato, una llama blanca chispeó brevemente y desapareció sin dejar rastro.

La villana cautiva al Gran DuqueWhere stories live. Discover now