❄️Capítulo 84❄️

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—No está muy lejos de donde dejé a Shuell. Prepárate rápido.

—¡Sí, Alteza!

A su repentina orden, volvieron a encenderse las luces de los pasillos del Palacio. Tiola, sorprendida, se acercó corriendo, pero no tuvo más remedio que retroceder al ver la sombría apariencia de Rayglen.

La ferocidad en los ojos de Rayglen no era humana.

Jess, que seguía a Rayglen, estaba tan pálido que incluso brillaba en la oscuridad.

—¿Debería pedir ayuda a mi hermano? —preguntó Jess en voz baja.

—Ahora es de la capital.

—No lo descubrirán. Estará esperando fuera.

Rayglen montó en su caballo y lo hizo correr lo más rápido que pudo.

Cabalgó sin parar hacia el centro de la ciudad, pasando por las concurridas calles llenas de personas asistentes al Festival. La gente asustada gritó y se dispersó, pero Rayglen no los escuchó.

Su corazón parecía latir más rápido que el sonido de los cascos del caballo y, por primera vez, sus manos apretaban las riendas con nerviosismo y tensión.

No debió haberla dejado en ese lugar. ¿Qué sentido tenía que estuviera en las afueras tan tarde?

Los mercenarios que desaparecieron rápidamente mientras estaban con Sevi no parecía tener muchas intenciones maliciosas. Más bien, parecía como si estuvieran vigilando sus movimientos.

Rayglen nunca ha dudado. Si tal sentimiento existiera, hacía tiempo que ya habría desaparecido.

Según sus cálculos, esos mercenarios no tenían talento, audacia, carácter, razón o motivo para dañar a Shuell. Pero, ¿en dónde salió mal?

—Su Alteza, no creo que sea por aquí. ¿Está seguro del mapa enviado por Nevid? —informó Zeros, que escaneó el lugar desde el lado opuesto de la carretera principal.

—No es el tipo de persona que pierde el tiempo.

—Tal vez se equivocó.

El débil silbido de Jess se escuchó a la distancia y de inmediato Rayglen giró las riendas hacia el lugar de donde provino el sonido.

Los callejones estrechos dificultaron el avance del caballo, por lo que Rayglen se bajó y caminó a grandes zancadas mientras apartaba a las personas.

Zeros esperaba frente a una taberna corriente y destartalada.

—Nevid parece haber marcado la puerta.

Había una pequeña X en la puerta de madera de la taberna. Por lo que parecía, se trataba del mismo líquido con el que escribió la nota.

Desde el interior de la taberna solo se escuchaba a hombres gritando.

—¡Ahh~!

—Sálvenme, por favor. ¡No!

De repente, se escuchó el sonido de algo rompiéndose.

Cuando Rayglen asintió, Jess y Zeros desenvainaron sus espadas sin dudarlo y arremetieron contra la puerta para tumbarla.

*¡PAM!*

La puerta cayó de golpe.

—Nadie se mueva.

Un aroma especiado pasó por la punta de la nariz de Rayglen.

En el interior de la taberna, acalorada, se estaba librando una feroz batalla.

La villana cautiva al Gran DuqueWhere stories live. Discover now