❄Capítulo 59❄

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Fue difícil encontrar a Rayglen porque el polvo y muchos caballeros estaban por todas partes.

Cuando Shuell movió nerviosamente los pies, un caballo que estaba luchando con los caballeros levantó su pata delantera y amenazó al área circundante.

El caballo estaba muy exaltado debido a los frecuentes ataques, y cuando se libró de los caballeros, corrió hacia la dirección de Shuell.

—Hah.

Escuchó a Jess suspirar.

*Swhishh*

La nube de polvo frente a ella se partió a la mitad como si fuera un tsunami.

—Cúbrele los ojos.

En medio de la conmoción, una voz familiar resonó en sus oídos. Se trataba de Rayglen, a quien había estado buscando.

Tan pronto como se le dio la orden, Jess le cubrió los ojos con fuerza. El agarre fue tan fuerte que Shuell sintió que sus ojos iban a salirse.

Mientras Shuell luchaba, Jess le susurró con voz débil.

—Por favor, espere un momento.

Tras un ruido sordo, los violentos relinchos del animal ya no se sintieron.

Cuando Jess levantó la mano y la alejó, el cielo, que antes estaba amarillo y cubierto de polvo, había recuperado su color azul.

A diferencia de antes, el campo de entrenamiento era un completo desastre. El suelo se dividió en un círculo lo suficientemente grande como para acaparar todo el lugar, y los caballeros estaban tendidos por todas partes.

—¿Q-Qué es todo esto...?

—Es por la energía de la espada de Su Alteza —murmuró Jess, mirando la escena.

En el centro agrietado y hueco estaba Rayglen. A diferencia de la persona que Shuell conocía, él estaba tranquilo y silencioso.

Ese comportamiento, sin el más mínimo movimiento, era extraño. Incluso sus ojos lucían vacíos...

El corazón de Shuell se hundió al ver aquella figura completamente distinta a la de hacía unos instantes. Ya había visto aquellos ojos parecidos a un mar profundo e infinito cuando regresó de la subyugación en el Norte.

No era un hombre ruidoso, pero tampoco era del tipo de persona que revelaba una oscuridad tan profunda que le hiciera erizar los cabellos de la nuca.

De repente, Shuell recordó lo que Rayglen le había dicho hace unas noches.


—Esa es la regla en Brent. Si se pierden las emociones y el juicio se nubla, llegará un momento en el que no se podrá distinguir entre el bien y el mal. Cuando eso sucede, uno se debe adentrar en las montañas del Norte y morir a manos de los monstruos.


Nunca lo había visto ni experimentado, pero si llegara ese momento, sería como se ve Rayglen ahora.

Instantáneamente un miedo instintivo envolvió a Shuell.

—¡Gran Duque!

Ante la falta de respuesta, Shuell se sacudió el brazo de Jess.

«Es peligroso, no debes mostrar esa apariencia aquí.»

Al menos por ahora, antes del anuncio de la Segunda Tablilla de Piedra.

—¡Gran Duque!

Shuell corrió por el campo de entrenamiento mientras se agarraba del dobladillo del vestido y con el olor a sangre animal picándole la nariz.

La villana cautiva al Gran DuqueWo Geschichten leben. Entdecke jetzt