39. El último adiós

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By Camila

Siento una profunda calma dentro de mi, como si todo lo vivido hubiera sido un sueño que ahora se siente lejano... puedo ver como todo al mi alrededor está oscuro, salvo por un pequeño claro, es como una chispa intentando hacerse paso entre todo lo negro. Intento atraparla con la mano desde donde estoy, pero esta no para quieta, me recuerda a mi vieja amiga, ella tampoco sabía como estar quieta. Cierro los ojos, cautivada por esa pequeña revelación ya que mi mente está vacía como la de un recién nacido, está aún por formar, sin embargo tan pronto como vi esa chispa el recuerdo de Didi viene a mi mente. Mi padre me había llevado al orfanato, no recuerdo haberme sentido tan nerviosa en mi vida, había muchos niños observándome desde el jardín. Rober iba ofrecer una donación importante para el centro y para un futuro favorable para todos eses niños. Sigo mirando el parque exterior.

- ¿Podría salir a jugar con los demás niños? - Pregunto con una timidez propia de infante.

La señora que acompaña a mi padre me sonríe dulcemente y me acompaña al recinto. Veo como los niños juegan a saltar la cuerda, suben y bajan por un tobogán y se divierten, sin embargo mi mirada se para en la de una niña de cabello negro, sentada sola , sumida por completa en un libro. Decido acercarme a ella y presentarme.

- Hola me llamo Camila. - La niña ni siquiera levanta la vista, - ¿Por qué estás tú sola y no juegas con los otros niños? - pregunto con curiosidad

- No me gustan los niños. - Responde secamente.

Entonces me fijo mejor en ella... se trata de Daiani, la conocí un día en la guardería del centro de Milán, cuando tenía tres años. Veo como mi padre se acerca con la anciana.

- Muy bien Daiani, ya puedes empacar tus cosas, hoy te irás a casa con el señor Nevesa.

Ella se levanta sin decir nada y obedece a la anciana, ¿Acaso mi amiga no me reconoce? Sólo han pasado tres meses desde la última vez que nos vimos... al poco sale con una maleta y una mochila roja. La monja se despide de ella entre lágrimas, sin embargo ella parece impasible, pasamos todo el trayecto a casa en silencio, hasta mi padre ha optado por no hablar. Llegamos a la casa y ella se retira a su habitación.

- Papi, ¿Qué le pasa a Didi, está enfadada conmigo? - Pregunto con tristeza.

- No cariño, Didi no está enfadada contigo, solo que sus papás están en las constelaciones con la tuya y por eso está triste.

Me quedo un rato pensativa con lo que acaba de decir, recuerdo cómo se sintió perder a mi madre, entiendo el dolor por el que ella está pasando.

- Yo sé cómo animarla, a ella le gusta mucho leer, igual eso la anima un poco... - digo con emoción.

- Eso estaría bien, princesa. - Sonríe mi padre.

Subo con alegría las escaleras sujetando el libro que llevo entre las manos, abro la puerta y veo a Daiani sentada en la cama, mirando por la ventana, tiene los ojos brillantes, como si hubiese estado llorando, tan pronto como ve, se seca las lágrimas y finge que no ha pasado.

- Hola... - murmuro cabizbaja.

- Hola.

- Te he traído un libro, no sabía que te podía gustar así que te he traído uno de planetas y estrellas, es muy bonito. - Ella coge el libro de mis manos ojeando las páginas.

- Gracias... - susurra.

- ¿Sabes que? Yo tampoco tengo mamá, aquí en la tierra, - ella me mira curiosa, como si no acabara de entender lo que he dicho - ¿Ves esas estrellas? Papá dice que cuando hay muchas en el cielo, se llaman constelaciones y brillan tanto porque es la luz que reflejan las personas cuando suben a las estrellas, cuanto más quieres y piensas en esa persona, más brillan. Por eso mi mamá y ahora la tuya brillan tanto.

El despertar de los mundos (Acabado)Место, где живут истории. Откройте их для себя