Capítulo 2

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Charlotte.


Estoy a nada de dar el primer discurso como presidenta de la fundación que lleva el nombre de mi madre, y solo puedo temblar por el pánico que crece lentamente en mi ser.

Tomo algunas bocanadas de aire, intentando encontrar calma a mis nervios. No quiero equivocarme cuando esté en el podio. Tampoco pienso abandonar el barco. Todas las mesas están vestidas, la fina vajilla del Luxure puesta en cada lugar, los manteles y las magnolias adornan cada mesa alrededor de los candelabros que las iluminan, los meseros dispuestos con sus trajes de gala y el equipo de logística listo para cumplir su labor.

Todos permanecen a la espera del inicio del evento.

Cada detalle está en su punto, ya no hay nada que pueda arruinar mi trabajo y el de mi equipo.

Mary termina de repasar la lista del personal, para rectificar que todos estamos completos y efectivamente es así. Al terminar cada uno regresa a sus lugares.

—Tranquila Charlotte, —me habla Mary— todo saldrá como lo planeaste. Me atrevo a decir, que será mucho mejor que eso.

Quise sonreír, pero salió una mueca no muy convincente. Así que solo asentí y empecé a caminar hacia la entrada.

Cuando inicie con los a preparativos del programa de la décima primera gala benéfica de la fundación Ángela Parker, se me ocurrió recibir a cada invitado en la entrada junto a algunas sobrevivientes de la enfermedad por la cual había sido creada la fundación. Todo con la esperanza de que, si las ven de cerca, conocen sus historias y lo que hacemos con el dinero que ingresa a la fundación, las donaciones aumentarían y este año podríamos llegar más allá de la ambiciosa meta que trace.

Dos millones de dólares.

Ahora dime, si tengo razón suficiente para estar nerviosa.

María, Abigaíl, Nora y Sauce son las mujeres que habían aceptado asistir y ya estaba cada una en su lugar esperándome. Me aseguré de que estuvieran listas para el evento, maquillaje, vestido, peinado y la sonrisa en sus rostros, me dejaba saber que así era.

Había acertado.

—Hola chicas—dije, saludando a cada una—. Qué hermosas, lucen esta noche.

—Todo esto es gracias a usted, señorita Charlotte. —contesto Aby, sonriente y una alegría contagiosa.

—Siempre es un honor, chicas. Y ¿Qué les dije de llamarme señorita?

Todas se miraron y se sonrojaron, Nora es quien toma la palabra.

—Es que lo hacemos por respeto.

—Nada de eso—dije, sonriéndoles—. Llámenme por mi nombre, Charlotte. Aquí somos amigas, nada de formalismos.

—Está bien, Charlotte. —contesta Nora.

Cuando el reloj marco las ocho de la noche, las puertas del salón fueron abiertas, los invitados especiales y los donadores empezaron a llegar al recinto.

En un punto de la noche, las mejillas ya me dolían de tanto sonreír y los tacones, me estaban matando por estar de pie. Los rostros de cada una de las personas que ingresaban y veían a las chicas, era de asombro. Se detenían a escucharlas, hablar acerca de su enfermedad y como las ayudábamos en la fundación, gracias a los aportes que llegaban.

Todo me llevaba a pensar en mamá.

En lo mucho que le agradaría ver que el dinero y la influencia de nuestro apellido, podía conseguir a quienes más lo necesitaban.

𝗘𝗻 𝗹𝗮𝘀 𝗺𝗮𝗻𝗼𝘀 𝗲𝗾𝘂𝗶𝘃𝗼𝗰𝗮𝗱𝗮𝘀 ❤🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora