Capítulo 16

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—¿Entonces mi apellido es lo que te aleja de mí?

—No, no es eso —responde agobiado—. Soy yo. Hay mucho en mí que no debe quererte, pero lo hace. Te quiero y quererte es lo mejor que me ha pasado en toda mi vida.

Me pongo en pie y voy con él, obligándolo a apartarse de la mesa para hacerme espacio en su regazo. Tomo su rostro masculino perfectamente moldeado en mis manos y beso sus labios levemente, antes de hablarle.

—Entonces, si soy lo mejor que te ha pasado ¿porque me alejas? ¿Qué es eso que callas?

En sus ojos veo ansias de hablarme, pero nuevamente algo lo detiene.

Esta faceta de Alexandre es contradictoria. Para el mundo Alexandre representa el epitome del hombre emprendedor que consiguió hacerse una basta fortuna en muy corto tiempo gracias a su astucia en los negocios, pero tras la puerta, en sus silencios, en la intimidad que empieza a enseñarme deja caer la mascara y me muestra el hombre que guarda secretos, que tiene inseguridades.

y aunque le quiero, no se si esto que sentimos el uno por el otro sea más grande que aquel secreto que guarda en su interior.

—Necesito que hagas un salto de fe, conmigo —me pide, sujetando mi mentón con delicadeza—. Es la única forma en que puedo estar contigo, confía en que encontrare la manera de demostrarte que todo lo que hago, tiene una razón muy poderosa, aunque todo vaya en mi contra. Confía en mí.

Saltar significa entregarse a lo desconocido, saltar sabiendo que no puedes controlar nada, que debo entregarle todo al destino y asumir el resultado que venga de ello. Porque nada está probado, no hay garantía de que pueda funcionar y solo queda un camino para comprobarlo.

Y sin duda, se cual quiero caminar.

—Lo hare—respondo sin dudar. La duda que atormenta sus hermosas pupilas azules, se dispersa dando paso a la esperanza— Daré ese salto, porque confío en ti y porque te quiero.

Alexandre me abraza muy fuerte, y yo hago lo mismo.

Así nos quedamos un rato, hasta que me obligo a separarme de su cuerpo cuando recuerdo algo importante que tiene que ver con los dos.

—Salvador —digo, alejándome solo unos centímetros, aun encerrada entre sus fuertes brazos. Alexandre reacciona con una enorme sonrisa en su rostro al escucharme—. Te falta hacer algo para que esto sea oficial.

Alexandre enarca su ceja al escucharme, mientras me observa con atención.

—¿Cómo? —interroga intrigado— ángel, yo pensé que estábamos en ello y no teníamos problemas para estar juntos.

Muevo mi cabeza en negativa, riéndome del desconcierto en su rostro al escucharme hablar.

—Amor, no me has...

—Repite eso que dijiste. —me exige sonriente, atrapándome con sus manos de la cintura en cuanto hago el intento de alejarme.

Mis mejillas se calientan ante la situación.

—Me encanta ese rojo en tus mejillas, ángel—susurra—. Nunca antes pensé que me gustaría ser llamado de esa manera, hasta que lo hiciste tu. Anda, dímelo de nuevo.

—Mi amor.

Decirlo se siente bien, apropiado, correcto. Alexandre me roba un beso, mientras acomoda mi cabello suelto tras mis orejas.

—No se que hice para que me premiaran, precisamente contigo—declara, acariciando mi mejilla—. Eres todo lo que no sabía que necesitaba, Charlotte.

𝗘𝗻 𝗹𝗮𝘀 𝗺𝗮𝗻𝗼𝘀 𝗲𝗾𝘂𝗶𝘃𝗼𝗰𝗮𝗱𝗮𝘀 ❤🔥Where stories live. Discover now