Capítulo 32

128 13 1
                                    



Charis.


—¡Maldito inservible!

No me contengo y lo abofeteo con fuerza, tanto que mi mano me escuece y tendré que ponerle hielo antes de regresar a la casa.

Tyler por su parte, calla. Sabe lo dura que puedo llegar a ser con él, el daño que puedo causarle si no hace lo que quiero y por eso aguarda que vuelva a hablar sin replicar.

—Quiero que le pidas disculpas a Charlotte y a Alexandre—le ordeno, dándole la espalda al buscar mi silla tras la mesa del despacho—. Estamos a punto de dar el próximo golpe, y tu maldita impulsividad no arruinara mis planes ¿entendido?

—Así será, madre. —responde cabizbajo, evadiendo mi mirada.

—Sabes que todo lo que hago y lo que he hecho, es por tu bien, cariño.

—Lo se madre—accede, irguiendo su cabeza—. Lo haces, porque quieres lo mejor para mí.

—Así es, querido. Lo mejor para ti y para mí—respondo sin mirarlo, antes de probar un poco de mi vaso de whiskey—. Ahora ve y sigue haciendo tu trabajo, cariño.

Cuando se ha marchado de mi despacho, me relajo dentro de la antigua oficina de Hunter.

El primer Parker en caer en mis redes y el segundo en morir por mi mano.

Hunter pensó que le dejaría delatarme con las autoridades cuando descubrió que asesine a Alejandro García, su amigo, para quedarme con la propuesta que había construido para presentarla en la junta y que luego se la entregue a mi marido de forma anónima, sin que sospechara de mí, hasta la noche en que me enfrento.

Todavía recuerdo sus ojos apagarse lentamente, mientras sufría al no conseguir respirar y poco a poco quedarse sin oxígeno delante de mí. Luego solo plante su cuerpo en nuestra cama con ayuda de Damien, mi hombre de confianza y fingí encontrarlo muerto al volver a nuestra recamara.

Nadie sospecho de mí, ni de su muerte repentina porque la autopsia determino que un infarto fulminante lo había tomado de sorpresa en nuestra habitación sin darle tiempo para pedir ayuda, y todos lo creyeron porque el viejo Henry Parker, el padre, también murió de lo mismo.

Tiempo después la moribunda madre de Charlotte siguió el mismo destino. Cambie sus medicamentos y murió, dejando a mi merced a un triste Henry y una desdichada Charlotte de unos pocos años. Meterme en sus vidas fue tan sencillo que, al cabo de unos cuantos intentos por seducirlo y ser un apoyo en su vida, Henry me hizo su esposa. Pensé en enviar a Charlotte lejos, y lo conseguí, pero fue inútil, porque Henry la trajo de vuelta y debí aguantar durante todos estos años su presencia, sus berrinches, sus imposiciones.

Pero aun con todo aquello, no había dejado de perseguir ni un segundo mis objetivos.

Todavía aguardo por dar mi golpe final, y ese no llegaría hasta que sacara del camino a Alexandre Ward.



Alexandre.

La llamada de Patrick es la excusa perfecta para abandonar el despacho, y pensar bien cada palabra que le diré a Charlotte para justificar lo que Daniel le ha informado.

—¿Sí?

—Llegaron los resultados de la investigación al auto —suelta impasible, una palabra tras otra—. Los frenos fueron alterados, pero no lo vimos en la primera revisión porque se pensaba que cada pieza era nueva y resulta que no.

𝗘𝗻 𝗹𝗮𝘀 𝗺𝗮𝗻𝗼𝘀 𝗲𝗾𝘂𝗶𝘃𝗼𝗰𝗮𝗱𝗮𝘀 ❤🔥Where stories live. Discover now