Capítulo 34

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*Se que no fue cuando dije, pero estaba cansada cuando llegue de trabajar  y termine por subirlo ahora. Los quiero, espero me comprendan. 

Alexandre

—¡No vuelvas a llamarme así! ¡Lárgate de la casa de mi padre!

En un par de zancadas me acerco a Charlotte, sin ser brusco la tomo del brazo, aunque se rehúsa, la obligo a mirarme. Lo consigo, pero me siento morir por el vacío y el dolor que se han instalado allí.

—No lo hare— le rebato, decidido a que me escuche—. No, sin que escuches mi verdad.

—¿Cuál verdad, Alexandre? ¿cuál? —replica atormentada— nada de lo que digas para justificar lo que hiciste, me hará cambiar de opinión. Te dije que, si en nuestra relación existían mentiras, nada podría salvar nuestro amor. Y cuánta razón tuve sin saberlo, porque todo fue una mentira tras otra, comenzando con el amor que dijiste sentir por mí.

—Yo te a...

Me corta, negando al mover su cabeza con frenesí.

—¡No lo digas! —me reprocha a grito herido. Camina hacia la puerta, la abre y luego la señala—. Márchate, no quiero tenerte cerca.

Su vista va al suelo, negándose a mirarme cuando doy los pasos necesarios hacia la puerta.

—Bien, hare lo que me pides. Pero hablaremos, juro que me escucharas y entonces entenderás porque hice todo lo que hice—tomo aire reuniendo fuerzas, para despedirme—. Iré a casa, allí estaré esperándote si quieres hablar.

En ningún momento vuelvo a tener el verde de sus ojos para mi placer, así que me rindo por el momento. Solo al dar unos pasos fuera del despacho Charlotte cierra la puerta con fuerza.

No veo a Charis, tampoco al bastardo de Tyler a quien pronto le cobrare una a una, las lagrimas que mi esposa a derramado por su maldita culpa.

Pero al llegar al recibidor, me cruzo con Tina que me da una mirada pesarosa, que deja en evidencia el nivel de la magnitud de nuestra discusión.

—Lo siento tanto por usted y la señora Charlotte. se quieren mucho, no había visto una pareja más feliz y bonita, que la que hacen ustedes dos.

Asiento en respuesta, dándole un intento de sonrisa que termina siendo una mueca.

—Gracias, Tina—le digo, caminando hacia la puerta—. ¿Puedo pedirte algo?

—Por supuesto, señor. —responde inmediatamente.

La invito a salir fuera de la casa para evitar ser escuchados.

—Necesito que estas al pendiente de Charlotte—le pido—. Si come, si duerme, si se enferma, que se yo. Quiero saberlo todo ¿entendido?

—Entendido, señor Alexandre.

—Bien. Entonces eso sería todo, tienes mi número del móvil y el de mi asistente, no dudes en avisarme lo que sea que pase aquí.

—Así lo hare, señor.

Me despido de la mucama que se queda en la entrada hasta que enciendo el auto y me alejo de la casa.



Charlotte.

—¿Lottie?

Levanto la cabeza de mi almohada, tan pronto escucho a Mary llamarme.

—Aquí. —hablo con la voz gangosa, producto de las lágrimas que he derramado por llorar toda la noche, luego de leer con detenimiento los papeles dentro del sobre que Tyler me entrego.

𝗘𝗻 𝗹𝗮𝘀 𝗺𝗮𝗻𝗼𝘀 𝗲𝗾𝘂𝗶𝘃𝗼𝗰𝗮𝗱𝗮𝘀 ❤🔥Where stories live. Discover now