Capítulo 3

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Disfruta de la lectura.

Con amor, 

Elba ❤️.

Charlotte.


—Buenas noches a todos—comencé, mi discurso—. Sean todos ustedes bienvenidos, a la gala benéfica de la fundación Angela Parker. Es motivo de orgullo para mí ser la anfitriona de nuestra gala anual por primera vez, ya que hace muy pocos meses asumí el puesto de presidente. He asumido el mando de una fundación, que busca apoyar a las pacientes diagnosticadas con cáncer de mama, el mismo que padeció mi madre cuando era yo, solo una niña—dije, con la voz quebrada al recordarla y todos aplaudieron, sonreí emocionada y tomé aire para continuar—. Mi madre me enseño el valor de dar sin esperar nada a cambio, es por ella que existe esta fundación. Mi padre la creo hace muchos años, en memoria de Angela Parker, mi madre. Muchas veces ella me menciono que San Francisco de Asís dijo que Es en dar, que recibimos. Ser generosos aplica en muchos ámbitos de nuestra vida. Con nosotros mismos, con nuestros amigos y familiares, con el necesitado. Es por ello que esta noche les invito a ser generosos con la causa rosa. El aporte que ustedes hagan con cada dólar que depositen en el sobre rosa que tienen en sus manos, será destinado al financiamiento de la investigación, promoción, prevención, ayuda y sostenimiento a pacientes como María, Abigail, Nora y Sauce que los recibieron en la entrada, y no solo a ellas, esto incluye a sus familias, que también luchan mano a mano en la batalla por vencer una enfermedad que no distingue de clases sociales, sexo, raza, o religión pero que arrebata la vida, que es el mismo inicio de todo y todos. Muchas gracias.

Cada palabra dicha de este discurso que escribí en la soledad de mi habitación hace algunos días atrás, la pronuncio con el corazón en la boca.

Los aplausos ensordecedores no tardan en escucharse nuevamente por todo el lugar. Desde aquí arriba todo se ve lejano, no distingo muy bien los rostros de las personas, pero si los de mi padre y Charis, que permanecen de pie junto a nuestra mesa, muy cerca de donde me encuentro.

Soy temblores y manos sudorosas, cuando bajo por las escaleras a un lado del escenario.

Estoy traspirando, y Mary me lo confirma cuando pasa un pañuelo por mi cuello e intenta darme un poco de aire con ayuda de sus manos.

—Ya entiendo porque no querías compartir el discurso—comenta, ayudándome a secar—. Lo que dijiste fue hermoso, a más de uno lo hiciste lagrimear.

—¿De verdad?

—Por supuesto, Lotte. Y lo digo como la coordinadora de la fundación y tu mejor amiga. ¡Y la única, eh!

Solté la risa al escucharla.

Mary Prince, es mi mejor amiga desde la universidad. Allí nos topamos, y desde ese momento, sin importar las clases sociales, encontré en ella una hermana y amiga, sincera y leal.

Ella ha sido quien me ha escuchado en mis días más tristes y ha celebrado conmigo en los más felices. No me importa que viva en Brooklyn, que deba tomar el metro en ocasiones y que sus cuentas bancarias no lleguen a los diez millones de dólares o que no lleve junto a su nombre un apellido millonario.

Solo me importa la persona contenida en sus escasos uno sesenta de estatura y voz chillona cuando esta alegre. Había encontrado yo en Mary el verdadero significado de la amistad y por eso, cuando asumí el mando de la fundación, le pedí que viniera a trabajar conmigo y aunque dijo que lo haría por un salario básico, yo insistí en pagarle un poco más de lo que ganaba en su anterior trabajo, solo por tenerla a mi lado.

𝗘𝗻 𝗹𝗮𝘀 𝗺𝗮𝗻𝗼𝘀 𝗲𝗾𝘂𝗶𝘃𝗼𝗰𝗮𝗱𝗮𝘀 ❤🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora