Capítulo 24

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*Un poco tarde, pero aquí les dejo el capítulo de hoy.  ¡Disfrutenlo!


Contengo la respiración cuando Alexandre posa su rodilla sobre el pasto y abre la tapa de una pequeña caja de terciopelo rojo. Aunque es muy poca la luz en el jardín, distingo sobre la funda de la caja el destello del rubí rodeado de pequeños diamantes que reposa sobre la tela.

—Estoy nervioso—musita riendo. Sus manos tiemblan mientras sostiene la caja y yo lo imito al reír—. Mi ángel, yo jamás me vi pidiéndole a una mujer matrimonio, pensé que no iba conmigo hasta que te conocí. Conocerte ha derribado mucho en mí. Y aunque aún persiste en mí, mi pasado y mis demonios queriendo ganarle a esas ganas que tengo de amarte con todos mis errores y aciertos, —me da un brinco el corazón, cuando saca el anillo de la caja y continua— quiero esta noche, a dos horas de tu cumpleaños número veintisiete, pedirte bajo este lugar tan simbólico para ti, que seas mi amada, mi amante, mi amiga, mi socia, mi todo. Se mía, para el resto de nuestras vidas, Charlotte. Cásate conmigo.

El corazón me late a mil, la convicción de aceptarlo es rotunda en mi humanidad y por ello no paro de mover mi cabeza afirmando enérgica mi decisión.

—Si—le manifiesto, con fulgor al hombre que, de ese rictus pasmado, pasa a la euforia—. ¡Si quiero ser tu esposa, mi salvador!

Me lanzo a sus brazos y lo beso.

Lo beso sin importarme nada, solo quiero sentir la emoción que brota de su ser y compartir la mía hasta convertirla en una sola.

—¡Espera, espera ángel! —detiene mi ímpetu, separándose un poco de mi para tomar mi mano y poner el anillo en mi dedo anular izquierdo— ese es su lugar, de aquí a el infinito.

Vuelvo a besarlo agradeciendo al cielo el labial que no se corre, porque no dejara residuos en sus labios.

—Le has agregado un recuerdo a ese árbol. —le digo, con mi cintura rodeada de sus brazos, ambos de rodillas sobre el pasto.

—Quería que fuese especial para los dos. Serán dos fechas especiales, que nos recordarán la magia de coincidir en esta vida, encontrarnos con nuestras sombras y luces, mi ángel, porque eso eres tú para mí. Mi luz.

Siento que el amor me sale por los poros, con este hombre. Me refugio en sus brazos, cuando se pone en pie y me invita a hacerlo.

—No puedes ir diciendo frases como esas, y no poder responderte como quiero en realidad.

Cierro mis ojos entregándome a la suave caricia en mi mejilla.

—¿Y cómo quieres responder, ángel? Siempre se puede celebrar en otro lugar, una palabra y lo tendrás. —sugiere en voz baja, trasladando la mano en mi mejilla a mi cuello, para acariciar la piel desnuda en mi nuca, enviando a todas partes aquella corriente de la primera vez.

Tiemblo como hoja por la electricidad que genera en mí al acariciar mi piel tan despacio, sabiendo donde y como tocarme con exactitud, sin errar.

—Dices cada cosa, me haces...—susurro, con la voz susurrante.

—¿Qué te hago, Charlotte? Dímelo.

Nos miramos fijamente sin perder ni un instante la conexión de nuestras miradas, entendiéndonos en silencio. Su agarre en mi nuca se hace mas fuerte, su mano libre me toma de la cintura acercándome a su cuerpo duro, absorbo su aroma amaderado, mientras su mano recorre mi cintura, sube hasta mis pechos y los acaricia sobre la tela del vestido que bien podría deslizarse si bajara el escote.

𝗘𝗻 𝗹𝗮𝘀 𝗺𝗮𝗻𝗼𝘀 𝗲𝗾𝘂𝗶𝘃𝗼𝗰𝗮𝗱𝗮𝘀 ❤🔥Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum