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~Mara~

Llevábamos una hora de reloj entrenando. Bueno, más bien yo haciendo ejercicios mientras que él me miraba y me corregía si los hacía mal. Me sentía igual que cuando hacía gimnasia en el colegio.

Me desplomé en el suelo del gimnasio que tenían, no aguantaba más.

—No aguantas nada, Mara-ya —comentó, agachándose a mi lado.

—No me llames así... —me quejé en un suspiro. Él esbozó una media sonrisa.

—Te llamaré así mientras no puedas hacer los ejercicios, Mara-ya. Cuando te lo ganes, te llamaré como quieras.

Bufé frunciendo el ceño. Al menos sonaba muy sexy cuando lo decía. Una ventaja para mí.

Me ayudó a levantarme del suelo. Justo cuando entró Bepo en la habitación.

—¡Capitán, Mara-san! —nos saludó. Law le saludó de vuelta, mientras que yo luchaba por no morirme— ¿Qué le ha pasado? —preguntó el oso mientras se acercaba, preocupado.

—La estoy entrenando para que pueda luchar —explicó mientras Bepo me cogía y me ponía a su espalda. Le abracé, acariciando su suave pelaje.

—¡Pero capitán, no sea cruel...!

Law se encogió de hombros, recogió su sombrero y se fue de allí.

—Ugghh...

—No te preocupes, Mara-san, te llevaré a tu cuarto para que te relajes —empezó a caminar hacia mi habitación.

—Bepo... —hablé como pude. Él giró un poco la cabeza para verme— no tengo ropa para cambiarme...

El oso se sonrojó, sobresaltandose un poco.

—Encontraré una solución, Mara-san. Descansa —respondió algo nervioso.

Sonreí un poco y me dejé llevar, hasta que me bajó de su espalda y me metí en mi habitación, directa a la ducha.

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~Law~

Fui al comedor, donde estaban Shachi y Penguin jugando a las cartas sobre la mesa que ocupaba el centro de la sala.

—¡Hola capitán! —me saludaron los dos a la vez.

Les saludé de vuelta con un movimiento de cabeza y fui a la cocina para coger un vaso y beber agua.

—En cuanto acabemos la partida, me pondré a hacer la cena —dijo Shachi desde la sala.

—Está bien —contesté.

No solía comer demasiado, pero hoy necesitaba energías. Tengo el presentimiento de que las voy a necesitar a partir de ahora.

Bepo entró a la habitación, angustiado.

—¡Mara-san no tiene mudas! —exclamó, haciendo que soltase el agua que tenía en la boca.

Me giré hacia donde estaba, caminando hacia él.

—Quizá hubiera sido mejor que fueras más discreto —le regañé.

—Lo siento —agachó la cabeza.

Suspiré. Miré a los dos que estaban en la mesa, pero me arrepentí al ver aquella escena tan ridícula. Los dos estaban sangrando por la nariz, muy sonrojados.

—No voy a dejar que unos depravados como vosotros le den ropa a una mujer —fruncí el ceño.

—¿Entonces le vas a dejar tu ropa...? —se insinuó Penguin con una sonrisa ladina.

A través de los mundos (Trafalgar Law)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن