Capítulo 2

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 ✵ꕥ Cassandra Mueller –

Estaba cabreada, como pasara un minuto más me pondría a tocarle la bocina sin importarme nada, llevaba esperando veinte minutos y la susodicha no se dignaba a aparecer.

Revisé mi teléfono por quinta vez en los últimos dos minutos, pero no habia ningún mensaje nuevo. Como se hubiera quedado dormida, me iba a enojar.

Cuando estaba por llamarla, escuché el ruido ya conocido de su ventana abriéndose. Vi caer su pequeño bolso y luego a Cisca, con un modelito nuevo, deslizandose hasta el primer piso.

Una vez en su patio, se escabulló con cuidado hasta salir de la casa, y se subió a mi auto.

— Perdona Cass, es que ha llegado hoy mi hermano y me pareció que se habia despertado.

Frunci el ceño — ¿Tu hermano? ¿Oliver? — pregunte extrañada, pense que el chico llevaba aquí ya un tiempo.

— Que va, el otro, del que no te hablo mucho.

Me encogí de hombros — Vale, misteriosa como siempre. ¿Que tal ha ido la escapada de detención?

— Horrible, mi hermano me descubrio y ya me veía castigada, pero terminó por ayudarme a cubrirlo... Luego mi madre le fue con el cuento de los cigarros y se cabreó.

Me reí mientras conducía por las calles de Bristol, solía ser un lugar tranquilo, a menos que supieras bien a dónde ir.

— Pero me hice la buena y le dije que no había sido yo la que estaba fumando.

— Ni que fuera mentira, que lo de niñita buena te queda.

Un golpe en mi brazo me sacó una carcajada. — Sabes que no es por ser niña buena, solo me da asco el olor que te deja en el pelo.

— Ya claro. Lo comprobaremos esta noche, niña buena. — Respondí solo para cabrearla en broma. — Por cierto, me encanta el conjunto.

Le guiñe el ojo mientras la recorría con la mirada, habia optado por una falda plisada blanca y un top negro, era basico pero lindo. Yo estaba con un vestido negro y corto, que no tenía ganas de arreglarme mucho más. Ambas llevábamos zapatillas porque no era un planazo del otro mundo, y odiaba llevar tacones a menos que fuera estrictamente necesario.

─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ───

— Hemos llegado, oficialmente, a la primera fiesta clandestina de Cisca... Joder es que no recuerdo tu apellido, perdona. — Dije luego de como 40 minutos, a las afueras de Bristol siempre había casas grandes, que pertenecían a las familias de mis compañeros.

La chica a mi lado se rió y se encogió de hombros. — Normal, si nunca te lo he dicho.

Puse los ojos en blanco y me bajé del auto, desde el primer día había descubierto que Cisca no hablaba de su familia, o nada relacionado con eso, y la verdad estaba perfectamente bien con ello, conocer cosas de la vida privada de alguien implicaba contar las cosas privadas de tu vida también, y no me apetecia para nada.

Estábamos frente a una casa grande y blanca de dos pisos. La puerta del patio estaba sin seguro asi que entramos como si nada, el jardín delantero se mantenía tranquilo a excepción de algunos grupos pequeños de amigos. Pero dentro la cosa cambiaba, había gente bailando y bebiendo, los que fumaban lo hacían afuera, en el patio trasero. La casa era una pasada, el segundo piso estaba casi vacío, pero me imaginaba que conforme avanzara la noche, eso cambiaría. Si algo de bueno tenía ir a un internado lleno de gente forrada de dinero, era que daban unas fiestas de la ostia.

La mirada de Cisca recorría toda la estancia, me reí suavemente al verla tan sorprendida. — Venga, me muero de sed.

La tome de la muñeca y nos dirigí a la cocina. Tomé dos cervezas y las destapé, ofreciéndole una y chocándolas para brindar. Cisca dudó por un segundo antes de llevarse la bebida a los labios, aunque yo no le dí importancia e hice lo mismo.

Love on Track | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora