~• Capítulo 20 •~

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Mazikeen

31 de diciembre de 2015

Salí de allí lo más rápido que pude, eran casi las dos y todavía no había llegado. Hace un buen rato que mi padre me mandó la ubicación.

No había movido tanto mis piernas en mi vida para llegar. Como me imaginaba un restaurante de lujo en que tenía que ir de etiqueta.

Me paré frente al restaurante con la respiración agitada y la mano en mi pecho con los ojos de los ricos sobre mí y burlándose de mi aspecto. No me importa en lo absoluto.

Tranquilicé mi respiración por un momento, si sigo tardando Sebastián me va a patear el culo.

Inicio mis pasos tranquilos hasta la entrada donde me encuentro con un hombre que me pregunta, —¿Tiene reserva? —, a la vez que pronunciaba esas palabras me miraba de arriba a abajo con asco, quiero sacarle los ojos.

— La reserva está a nombre de Sebastián González, —digo un poco nerviosa. Me dió por mirar mi teléfono mientras él hombre buscaba el nombre de mi padre.

Tenía un montón de mensajes, pude ver el número, cincuenta mensajes y va subiendo. Daba igual, voy tarde.

Pongo los ojos en blanco. El señor habla, —si, hay una reserva al nombre de Sebastián González.

— Estupendo, dime dónde está, —iba a caminar a alguna dirección que me indicará, pero tuvo que soltar veneno.

— Lo siento, no sé permiten personas vulgares. Este lugar es de etiqueta y no vas vestida como tal. Márchese o llamaré a la policía. — Habla con superioridad.

Giró mis ojos con expresión asesina. Miró alrededor por un momento sin ver a nadie cerca. Le agarro del cuello de la camisa, me lo llevo a otro lado para que nadie nos vea, saco la daga y se la pongo en el cuello, —imbécil de los cojones, no tengo el chocho para farolillos, te estas ganando que te corte el cuello de lado a lado o que te deje como el Joker. Me vas a decir dónde está mi padre y después te vas a callar, ¿entendido? —digo todo esto cerca de su cara, su expresión llena de pánico.

— L-Lo que diga usted, señorita, —me muestra una sonrisa llena de miedo.

Sonrío amablemente, —ves como las cosas se pueden hacer sin tener que ponerme echa una fiera, -le suelto y coloco su camisa en su sitio alisándosela, —ahora dime donde está. — Guardo la daga en mi chaqueta.

— A-Al fondo a la derecha, —señala detrás de mí.

— Gracias, —muestro una amplia sonrisa amable.

Me giro dándole la espalda y con paso tranquilo dejando al hombre temblando, tentó al diablo y consiguió que le coma.

Camino un poco a paso ligero viendo una mesa de cuatro, en ellos estaba mi padre frente a Evans y al lado de este María.

Menos mal que solo iban con los aperitivos. El rubio me ve llegar y mi padre al ver su mirada se gira a mirarme. Saludo con la mano y una sonrisa de "ya estoy aquí".

— Lo siento por la tardanza, —me miró un poco mi vestimenta, —y las pintas. — Le besó la mejilla a mi padre, me gusta saludarle así.

— ¿No le habrás pegado una paliza? Entonces entiendo porqué has tardado tanto, —dice con una mirada amenazante.

— Ha tenido la suerte de que no le he partido los dos brazos, pero si le he dejado un buen recordatorio en la mano, —digo orgullosa.

— Tu hija tiene agallas, —habla el alemán que no abrió la boca hasta ahora. Voz dura, grave y masculina, como le gusta a mi padre.

Amor perverso [#II Saga emperadores de la mafia]Where stories live. Discover now