~• Capítulo 51 •~

904 88 28
                                    

Mazikeen

Intento ser lo más fuerte posible, pero todo esto me supera. Enterarme siete años después de que mi hijo está vivo. Ese cabron me lo arrebató con siete meses de nacido.

¿Por qué todas las desgracias me pasan a mí? Siempre soy la que sufre, a la que le dan de hostias todo el tiempo por estúpida. Así me siento, estúpida.

Me llevo la mano al rostro sin parar de mirar al teche que poco a poco se veía el color al salir el sol. ¿Cuántas horas me he quedado así?

Desde que me acosté no he pegado ojo. Por lo que llevo ya más de un mes sin dormir ni dos horas.

Giro mi cabeza mirando a Nick que estaba durmiendo plácidamente, como si nunca hubiera dormido lo suficiente.

Me imagino todo lo que ha podido pasar este mes. No podría decir quien lo pasó peor, nunca se puede decir.

Vuelvo a mirar al techo buscando el sueño que me falta, pero nada. Cuánto más pienso, menos sueño tengo y más me desespero.

Levanto mi cuerpo saliendo de la cama despacio intentando no despertar a Nick. Siento el dolor del pinchazo de ayer del microchip.

Fue una decisión difícil ponerme esto, pero ese cabron me secuestró, ¿quién más podría hacerlo? Era mejor no arriesgarnos.

Camino hacia el salón descalza directa a mi computadora a trabajar un poco y distraer mi mente. Necesitaba dejar de darle vueltas al asunto en otra cosa, aunque el dolor no iba a terminar así.

No sé cuánto tiempo pasó que escucho los pasos agigantados de Nick bajando las escaleras. Le miró de reojo, vestía un pantalón de chándal gris claro y una camiseta blanca de tirantes ajustada a su cuerpo, tal y como había dormido. Bajaba con una muleta y el cabestrillo.

Mi mirada fue a la hora. Eran casi las nueve de la mañana, ¿tanto tiempo he estado mirando la pantalla? Ahora que notaba el dolor de ojos, me froté intentando calmar el dolor.

— ¿Has podido dormir?, —me dice cuando ya había bajado las escaleras y me estaba mirando.

Niego con la cabeza, —no ha sido imposible.

— ¿Cuánto tiempo llevas aquí mirando la pantalla?, —su tono es preocupado. Eso significa que se va convertir en don preguntón.

— No lo sé, puede que muchas horas. Creo que desde que empezó a amanecer.

— ¿Llevas aquí desde las cuatro y media de la mañana?, —dice sorprendido.

— Eso parece. —apoyo la cabeza en el cabecero del sofá descansando mi cuello.

— ¿Has desayunado? — Dice dirigiéndose a la cocina.

— No, Don preguntas. No tengo hambre. — Llevaré comiendo muy mal desde hace un mes. A veces me tiro días sin comer por falta de apetito, creo que adelgazado y mucho.

— Deberías de comer. He notado que tu culo es más pequeño y cada vez se te notan más las costillas. Eso es preocupante.

— Mejor, así me caben los pantalones de cuero nuevos. Que en ellos el culo no me cabe.
No todo es bueno cuando tienes el cuerpo en forma de pera. Los pantalones ajustados hacen que sea difícil entrar en ellos cuando se tiene demasiado culo, como el mío.

Escucho un gruñido desde la cocina, —es más importante tu salud que te quepan unos malditos pantalones, Mazikeen.
Su tono enfadado me lo decía todo, me iba a obligar a comer aunque tuviera que atarme a la silla.

— Te lo he dicho, no tengo apetito.

— ¿Cuánto tiempo llevas sin comer en condiciones?

— Y dale con las preguntitas. No lo sé, después de tus malditas palabras aquel día es imposible que lo recuerde.
Sé que ahora mismo la pullita que le acabo de soltar le iba a dar fuerte, pero sus palabras no las iba a olvidar nunca. Hasta que dejé de doler no iba dejar de machacarlo.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: May 05 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Amor perverso [#II Saga emperadores de la mafia]Where stories live. Discover now