~• Capítulo 37 •~

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Mazikeen

Esto para mí era un sueño, si es que no me despierten, quiero estar en este sueño eternamente.

Pensé que jamás tendría un verdadero amor, que con el paso de los años mi amor por él se iría, pero no fue así.

Ahora le amo más que nunca. Estuvo todos estos años buscándome a pesar de todo lo que le dije.

Separamos nuestros labios y bajé la mirada, —lo siento, siento mucho lo que te dije en el aeropuerto. Tú no tienes la culpa de nada.

Acaricia mi mejilla, —no pasa nada, sé que no lo decías en serio. Lo admito, me dolió muchísimo, pero peor fue todo lo qué pasaste. Ahora han pasado tres años, todo lo del pasado allí se queda. Vivamos el presente, Queen.

Amo sus apodos. Tiene una gran habilidad para ello, —está bien, King.

Paso las manos por su cuello y le doy un casto beso en los labios. Noto como abraza mi cintura atrayéndome a él como si no quisiera que me fuera.

Dejamos de besarnos escondiendo su rostro en mi hombro, —mi búsqueda ha merecido la pena.

— Hice un gran esfuerzo para que nadie me encontrará. No puedo luchar contra el ejército rojo. — Le abrazo hundiendo mis dedos en su cabello.

— Me ha costado dos años, tú también hiciste un gran esfuerzo, —dice elogiándome.

De repente me sube a sus brazos, me agarró a su cuello, —pero, ¿qué haces?

— ¿No lo ves? Vamos a otro lugar lejos de esta pocilga, —camina hacia la salida.

Subo las piernas dando una voltereta hacia atrás sorprendiendo a Nick, —punto número uno, esto no es una pocilga el coño de tu madre sí que es una pocilga. Punto número dos, ¿has visto cómo voy vestida?, —señalo mi cuerpo, él pone los ojos en blanco por un momento, pero algo recuerda que le hace enfadar, —punto número tres acabo de salir de trabajar y estoy muy cansada aguantar a tremendos gilipollas toda la noche. Punto número cuatro y último, quiero mi vuelta a Rusia con calma.

— No íbamos a ir a Rusia, —dice cruzándose de brazos.

— Entonces, ¿dónde querías llevarme?, —poso las manos en mis caderas.

— A casarnos, quiero que seas ya mi esposa.

—¿Y esas prisas? Cálmate, por Dios. Primero vamos a descansar y mañana tranquilamente vamos hablando de las cosas. ¿Vale? — Le muestro una sonrisa cosa que no le convenció mucho.

— Está bien si quieres descansar, pero no aquí así que ponte algo que te tape más que no quiero que mis hombres te vean así, —me exige.

Me llevo la mano a la cabeza y me muerdo el labio inferior negando con la cabeza, —si me vuelves a decir cómo tengo que ir salgo de aquí desnuda. — Estás palabras las pronunció pasando por su lado. — Sí tú te quieres quedar más tranquilo durmiendo en otro lugar me parece perfecto, pero jamás en tu vida me digas lo que no o tengo que llevar porque no quieres que tus hombres me vean así.

Frunce el ceño, —soy un maldito celoso, posesivo que no quiere hacer que muera la mitad de su ejército porque miran a mi mujer medio desnuda.

Estaba poniéndome los pantalones de cuero cuando escuché que pronunció esas palabras que alteraron la química de mi cerebro, "mi mujer", —¿Qué acabas de decir? — Me acerco a él de forma seductora.

— ¿Qué parte de la frase?, —se agacha acercándose a mi rostro rozando mis labios.

— La parte en la que dices que soy para ti. —paso mi dedo índice por la comisura de sus labios.

Amor perverso [#II Saga emperadores de la mafia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora