(58)Jafar

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— Princesa Nadia — escuchó la voz profunda de Jafar. — ¿Qué hace despierta a esta hora?

Nadia retiró la mirada del firmamento lleno de estrellas; la noche era simplemente hermosa y tranquilizadora.

— Visir — respondió mirándolo; él aún llevaba puestas sus ropas, mientras ella traía puesta una pijama bastante fresca y una ligera bata de seda en color salmón. — Lo mismo debería yo preguntar.

Él la miró con una ligera mueca burlona. Nadia se dio cuenta del ligero recorrido que Jafar había dado a su vestimenta, por lo cual en ese momento sintió pudor.

— Tenía que arreglar unos asuntos, princesa, estaba trabajando hasta tarde — se excusó. Ella solo dio un ligero asentimiento y una sonrisa nerviosa.

— De acuerdo, entonces yo iré a mis aposentos— dijo. Se dio la vuelta sin mirar al visir, lista para irse.

— Oh, princesa...

— ¿Sí? — respondió sin girarse. Ese hombre la ponía muy nerviosa. Pues, a pesar de que se llevaban algunos años y que ella era menor que su hermana Jazmín, ya no era una niña, y había comenzado a desarrollar ciertos sentimientos y atracción hacia el visir. Si bien era un hombre arrogante, frío, calculador, ambicioso y a su hermana le daba la impresión de ser un mal tipo, ella había visto otras cualidades en él. A pesar de que Nadia había querido tratar de madurar más para hacerle conversación a él, este parecía no tener ningún miramiento a la joven.

— Su padre quiere que esté mañana temprano lista, vendrá un príncipe.

— ¿Ah sí? Y se puede saber quién? — Jafar asintió mientras mantenía sus ojos puestos en la princesa.

— El príncipe Massimo del Reino de Verona.

— Ohh, y supongo que el príncipe viene a cortejar a mi hermana — Jafar asintió. Era hora de ponerlo a prueba. Nadia sabía que tarde o temprano vendrían de Italia; había especulaciones de que el príncipe tenía dos hermanos, uno que, si los cálculos no le fallaban, tenía apenas 10 años, y otro que era casi de la edad de ella, quizás tres años más grande. — Quizás vendrá su hermano, el príncipe Luciano. Guido.

Vio el mismo semblante serio de Jafar, y sus ilusiones se esfumaron. No sentía nada por ella, por ello no sentiría celos.

— Es probable — dijo el visir. Nadia asintió y se retiró dando por finalizada la charla. Debía dormir.

Al día siguiente, Nadia despertó con mucha energía; Jazmín miró a Dalia con una ceja alzada cuando vio a Nadia feliz decirle un buenos días tan temprano.

La joven tenía el vestido ideal para recibir a los príncipes. Escogió un hermoso vestido lila, con ligeros detalles rosa palo. Se puso un collar dorado con unos cristales azul cielo y, por último, zapatillas del mismo color azul. Recogió un poco su cabello y se maquilló muy tenuemente.

— Te ves preciosa — Nadia observó a su hermana; esta la miraba sonriente. El vestido de Jazmín era color naranja con toques amarillos, lo que hacía lucir su hermosa piel. — Gracias, tú igual te ves hermosa. Alago.

Ya listas, ambas fueron al salón principal; ahí estaba su padre.

— Aquí están, les presento a mis hijas, Jazmín la mayor, y Nadia.

Ambas mujeres sonrieron, Jazmín con menos emoción que la otra.

Miró rápidamente a Jafar; se encontraba como siempre con la vista al frente y serio.

Nadia miró al joven frente a ellas; su cabello era castaño, cuando el sol le pegaba, se veía ligeramente rubio, su piel era blanca pero no muy pálida, era alto y delgado, tenía buen porte. Lo que más resaltaba en él era su sonrisa radiante y sus ojos color zafiro. Era guapo, claro, pero para Nadia sabía que el físico no era importante, sino los modales. Para sorpresa de todos, él habló con tal caballerosidad y educación, que estuvo a punto de tener la simpatía de Jazmín. Pero eso no sería todo; el príncipe tenía que hacer un gran esfuerzo para cortejar a su hermana.

Cuando el príncipe pidió una charla a solas con la princesa. Una vez que estos se fueron y las personas abandonaron la sala, Nadia pudo notar al chico que venía con el príncipe. Al cruzar miradas, este le sonrió a la princesa y se acercó a ella, tomó su mano y la besó cortésmente. Jafar rodó los ojos, sin ser notado.

— Permítame presentarme, principessa, soy el príncipe Luciano, obviamente menor que mi hermano.

— Un gusto, su alteza; mi nombre es Nadia, princesa ilegítima al trono.

— Supongo que ambos lo somos. — Nadia rio por su comentario. — Sí, lo somos

.

Jafar soltó un gruñido por lo bajo y se retiró del lugar con Iago en el hombro.

— Oh, oh, el amo está molesto — repetía mientras Jafar caminaba solo por un pasillo del palacio.

— Cállate, lago, no estoy celoso.

— Iago no dijo eso — dijo el loro. Al ver la cara molesta de Jafar, supo que debía salir volando lejos. Jafar se relajó y se marchó a sus aposentos.

En los jardines del palacio se encontraban dos jóvenes, charlaban alegremente mientras iban conociéndose más del otro. A el príncipe parecía agradarle; a Nadia también le agradaba mucho él, pero ¿podría llegar ella a sentir algo más por alguien que no fuera Jafar? No lo sabía.

|𝖮𝖭𝖤 𝖲𝖧𝖮𝖳𝖲| 𝖬𝗎𝗅𝗍𝗂𝖿𝖺𝗇𝖽𝗈𝗆.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن