(60) Severus Snape

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No es él.

Catrina Bleckhart:

La joven maestra que Dumbledore había contratado para el puesto de DCLAO vagaba por los corredores de Hogwarts. Todo quedaba en un absoluto silencio, salvo por el ruido de los zapatos de la mujer al caminar. El alumnado, como debía ser, suponía que estaban en sus salas comunes y respectivas habitaciones.

La pregunta que un hombre pálido siempre se hacía estaba en el aire, al igual que otros maestros que estaban sorprendidos de que Dumbledore contratara a una mujer tan joven para semejante puesto maldito.

Pero solo Albus y la mujer sabían las razones; él confiaba solemnemente en ella, y la mujer también confiaba en su antiguo profesor.

—Debería estar en su dormitorio, Potter —escuchó provenir de las sombras del pasillo esa voz áspera que hacía temblar a más de uno del alumnado.

La profesora suspiró y se llevó una mano a la cabeza, sabía quiénes eran, de nuevo Potter y Snape.

—Sí, profesor, pero...

—¡Cinco puntos menos para Gryffindor por atreverse a decir "pero"!

—Eso no es justo —se defendió el joven—. Nadie tiene la culpa de que usted sea un amargado...

Antes de que el chico continuara, la joven profesora hizo resonar intencionalmente su calzado contra el piso para llamar la atención de ambos.

—Profesora Bleckhart —dijo el muchacho, sorprendido.

—¡Joven Potter! —pasó su mirada del muchacho, que se veía algo agitado, tal vez por la pelea que iba a provocar con Snape, hacia el profesor de pociones, que mantenía un semblante serio—. Creo que es muy tarde... Debería estar en la cama —dijo con la intención de que el joven Potter marchara a su dormitorio.

El niño que sobrevivió le dedicó una mirada agradecida, mientras ella lo miraba comprensiva; a veces era bastante difícil razonar con el profesor Snape, más sabiendo el odio que este le tenía al muchacho.

—Veo que no deja de ser despectivo con los estudiantes —se aclaró la garganta—, o debería decir, con los estudiantes que no son de su casa, profesor Snape.

—Y veo que usted no deja de meter las narices donde no la llaman —con una mueca y mirada ofendida, la mujer le sostuvo la mirada—. ¡Bruja!

—Tiene usted razón, soy una bruja —caminó rodeando al profesor mientras parecía examinarlo—. Una lo bastante buena como para obtener el puesto de maestra de Defensa Contra las Artes Oscuras en una sola solicitud —sonrió triunfante cuando lo vio hacer una de sus típicas muecas.

—Adiós —el hombre tiró de su capa negra para irse de ahí.

—Severus... —llamó. El hombre paró en seco. ¿Hacía cuánto que ella no lo llamaba por su nombre? Era raro escucharlo después de tiempo.

—Mhh —soltó un gruñido.

—El joven Potter no es James... —se atrevió a decir mientras mordía su labio inferior para no hablar de más—. Él no es culpable de los actos de su padre, es un alumno más que viene con la actitud de aprender, un muchacho que desgraciadamente no ha elegido llevar esta vida llena de peligros. Te pido que lo trates como tal y no como tu saco para alojar tu rencor —pidió—. Pasa buena noche, Severus.

Diciendo esto, la mujer continuó su camino hacia el despacho de Dumbledore para hablar asuntos respecto a la guerra mágica que se avecinaba. Iba respirando agitadamente, aun verlo tenía efecto en ella, aún se le partía el corazón al mirarlo cada día más demacrado, dándolo todo por un amor que jamás fue correspondido.

Si tan solo hubiera puesto sus ojos en Catrina Bleckhart y no en Lily Evans, las cosas hubieran sido muy diferentes. ¡Vaya que sí!

|𝖮𝖭𝖤 𝖲𝖧𝖮𝖳𝖲| 𝖬𝗎𝗅𝗍𝗂𝖿𝖺𝗇𝖽𝗈𝗆.Where stories live. Discover now