(48) Athos

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Traición 

Se acercó con furia hacia donde estaba Athos y comenzó a golpear su pecho con sus puños.

—¡Te dije que esa "Milady" era una maldita traidora! —gritó enfurruñada.

—Anelis, con calma —intervino Aramis.

—¿Con calma? ¡¿Quieres que me calme?! —traspasó con la mirada al pelinegro. Porthos prefería quedarse en silencio y no entrometerse—. Esa maldita de Winter ha estropeado todo. ¡Batallamos y nos arriesgamos en esa misión, para que ella estuviera siempre del lado de ellos! —maldijo por lo bajo.

—Él no tenía idea....

—Claro que la tenía, le advertí que ella tramaba algo, ¿le importó?, no. ¡A mí jamás me escuchan! Pues absténganse a las consecuencias —salió de la habitación antes de hacer una locura. Estaba que si rabiando de coraje.

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—Anelis —llamó Aramis. La castaña volteó por instinto a ver a quien le había hablado.

—Ah, eres tú.

—¿Esperabas a alguien más?

—Tal vez, unas disculpas hubieran ayudado un poco... Pero veo que no le importa nada —el pelinegro sabía que se refería a Athos.

—Él no se encuentra bien..., está sufriendo...

—Sufre porque quiere —corrigió—. Sabía desde siempre de mi enamoramiento por él, pero simplemente prefirió ponerse una venda en los ojos e ir solo detrás de esa bruja —rió de manera amarga—. Quizás debería irme también al lado de Buckingham.

—No lo harías —aseguró Aramis con una ceja en sonrisa.

—¿Por qué crees que no? —se encogió de hombros—. Puede que él sí me note.

—Pues porque tú amas a Athos.

—¡Vuelve a decir eso y estás fuera! —Aramis y Anelis se sobresaltaron.

—Callate Porthos ¡Tú que sabes del amor! Vah —bufó la chica.

—¿Qué pasa aquí? ¿Por qué tanto alboroto? —se escuchó una cuarta voz, esta estaba apagada y sin atisbo de emociones. Junto al marco de la puerta se encontraba un Athos algo tomado.

—¡Que te importa! —se limitó a contestar Anelis de manera fría.

—¡Anelis! No seas grosera —reprendió el pelinegro—. Solo hablábamos de cosas sin importancia.

—Si, algo así como que Anelis está loca por ti y que además también quiere irse detrás de la rata de Buckingham —contó. La chica se cubrió la cara con molestia mientras Athos se separaba del marco de la puerta y caminaba hasta ella.

—¿Es eso cierto? —la tomó por el mentón. Ella no se molestó en alejarse por el tacto.

—¿Qué de todo?

—El que planeas irte... —la miró con determinación, perdiéndose en esos ojos azules como el mar que la chica poseía.

—No. Solo bromeaba —hizo una mueca.

—Me alegra escucharlo —su voz salió ronca. Alzó el mentón de la chica y sonrió para después acercarse a sus labios y probarlos. Anelis sintió su cuerpo en un mar de emociones, pero eso no le impidió reaccionar y separar al hombre por el cual se desvivía.

—¿Pero qué?...

—¿No es lo que querías? —se justificó.

—Si —suspiró respondiendo con sinceridad—. Pero no así. Estas ebrio, tus heridas internas son recientes y tu corazón le sigue perteneciendo a ella —colocó una mano sobre el pecho de él y lo alejó—. No quiero que hagas conmigo lo que ella hizo contigo. ¡No quiero que juegues conmigo! Porque yo no lo soportaría —pidió.

Lo miró rápidamente a los ojos y se alejó de ahí para irse seguida por Aramis.

Athos sintió unas palmaditas en su hombro.

—Ella tiene razón —apoyó Porthos—. Ha estado esperando mucho por ti. No sería justo que estuvieras con ella solo por despecho —Athos asintió comprendiendo lo que su amigo decía.

—Tienes razón. Entonces esperaré por ella.




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