(20) Jafar

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¿Qué eliges?

— ¿Podrías dejar ya lo que sea que estés planeando? No seas tonto, Jafar, deja esto de lado, por favor, deja tu odio, tu ambición, tus ganas de poder. Déjalo y seamos felices. — rogaba la chica mientras veía cómo la persona que amaba se volvía cada vez más irreconocible.

— Podemos ser felices, mi querida Layla. Seré el sultán, y tú, mi hermosa esposa, tendremos...

— ¿ES QUE ACASO NO LO ENTIENDES? — habló interrumpiendo — ME ESTÁS QUEMANDO, JAFAR, ME ESTÁS HUNDIENDO JUNTO CONTIGO — pasó una mano haciendo su cabello hacia atrás, respiraba agitada — estoy HARTA de la situación. Yo no quiero gobernar a todo el mundo, yo no quiero poder, dinero, joyas. Solo te quiero a ti.

El hombre se abría paso entre la habitación hasta llegar a la chica, la alejó del balcón de un movimiento brusco y la apretó contra uno de los pilares cercanos, apretando su garganta con su brazo.

— No estés gritando, no sabes ni lo que dices. Eres tan egoísta que no piensas apoyarme. Decías que me amabas, pero yo creo que no es así. — La chica lo miraba horrorizada mientras le era difícil respirar, le resultaba imposible alejar a Jafar — No te quiero más en mi vida, te quiero lejos. Sabes los planes que tengo, así que te marcharás muy lejos. — Finalmente soltó a la chica, quien cayó al suelo con los ojos llorosos y se tomaba el cuello.

— Estás tan cegado por tu ambición que ahora no te importó. No lo puedo creer. — Se levantó poco a poco del piso, tratando de incorporarse, mientras Jafar repasaba un mapa que tenía en sus manos — solo quería de vuelta al hombre que conocí hace tiempo, el que solo quería ser feliz.

— El tiempo cambia a las personas, te ofrecí tenerlo todo, estar a mi lado...

— ¿A qué costo? Matar al sultán, a la princesa y esclavizar a todos.

— Tendré que desposar a la princesa.

El corazón de la chica se encogió; definitivamente, a él ya no lo conocía. Él era otra persona, era el mismo diablo.

— Lo quieres tener todo, pero al final, aun así teniéndolo todo, te darás cuenta de que realmente no tienes nada.

Un ruido hizo que Jafar se girara burlón hacia la chica, pero esa expresión cambió a una de horror y seriedad cuando no la vio por ningún lado. En una mesita al lado del balcón estaba el anillo de oro con un rubí que él le había dado. Corrió rápidamente hasta el balcón, y ahí abajo estaba ella, su cuerpo rodeado por un gran charco de sangre, inerte.

Un sentimiento de culpa, tristeza, rabia, recorrían su alma. Nada de lo que había dicho era cierto; no quería mandarla lejos de él, ni siquiera pensaría en desposar a la princesa. Él solo quería que ella se quedara a su lado.

Pero sabía que ella no lo iba a soportar; ella no soportaría ser cómplice de lo que él planeaba.

|𝖮𝖭𝖤 𝖲𝖧𝖮𝖳𝖲| 𝖬𝗎𝗅𝗍𝗂𝖿𝖺𝗇𝖽𝗈𝗆.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora