(14) Raphael Santiago

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Blood

Estaba tan centrada viendo los extraños tatuajes de aquel chico que no escuchaba lo que Marlen le decía.

—Ey, yuju —pasó una mano por la cara de su amiga agitándola—. ¡Nora!

—¿Qué? —preguntó disgustada la chica mientras su amiga la miraba con el ceño fruncido.

—Como que "qué", llevo hablando como idiota 10 minutos y tú no estás escuchando nada de lo que digo, solo ves a la nada.

Nora soltó una carcajada provocando que su amiga la mirara enfadada.

—Vamos, no es para risas, tía.

—¿Qué no ves a ese papucho? —señaló al chico que estaba sentado en aquel puesto esperando su comida.

Marlen entrecerró los ojos tratando de enfocar; ahí no había nadie más que una mujer con un niño.

—¿Te estás volviendo loca, Nora?, o es una especie de broma, ¿cuál tío?

—Ese —siguió señalando al chico, el cual obtuvo su pedido y se retiraba del lugar—. Mira que, por cierto, ya se va, deja que lo llamo.

Marlene estaba asustada; no sabía si su amiga se había vuelto loca o si estaba jugándole una broma.

—Oye tú, chaval, ven, que mi amiga quiere conocerte —el joven shadowhunter volteó a ver a la chica y solo le guiñó un ojo, al percatarse de la cara que tenía la otra, optó por retirarse.

—Vamos, Nora, basta. Sabes que, tía, mejor te veo mañana que ya estés más cuerda.

—Pero, Marlen, ¡ostias, tía, pero qué coño te pasa! —gritó, pero su amiga la ignoró; ya iba a medio camino y se veía que ya no iba a regresar.

Nora se quedó pensando un momento. ¿Era verdad que ella no había visto al chico? ¿O realmente ella se estaba volviendo loca y se estaba volviendo loca?

Chasqueó la lengua y miró su reloj. Eran las 10:45. Ni loca alcanzaba a tomar un taxi; tendría que irse caminando sola a su casa.

Las calles se veían tranquilas, con poca iluminación y una que otra persona que salía de sus trabajos o lo que estuvieran haciendo.

La calle que siempre cruzaba estaba totalmente cerrada, pues había una enorme zanja, así que tenía que rodear por otra calle, y esa sí que le daba miedo; muchas personas morían misteriosamente.

Miraba aquella calle mientras una ráfaga de viento hacía que su piel se erizara, y se decidió a entrar. Tenía miedo; pensaba en todas esas películas donde un asesino salía sigilosamente y degollaba a las personas.

Apresuró el paso, pero sus tacones le impedían correr. Un ruido de metal chocar con otro la hizo paralizar. No estaba sola. Rápido quitó sus tacones e intentó correr, pero algo o alguien la tomó del brazo y sintió un pinchazo en su muñeca, seguido de ardor, y enseguida su vista se nubló.

—Solo hice lo que creí necesario, necesitaba alimentarme y su sangre era tan apetitosa.

—Camille, sabes que no podías hacer eso; si los Shadowhunters se enteran de otra desaparición, tendremos problemas.

La chica escuchaba lo que hablaban mientras trataba de incorporarse; sintió escocer su brazo derecho.

—Se levantó, cállate ya.

Un hombre bastante atractivo y pálido apareció frente a ella, seguido de una mujer delgada de tez blanca.

—¿Recuerdas qué pasó? —preguntó el hombre. La chica los miró con desconfianza por lo que había escuchado.

—No —mintió. Quizás eran sus próximos asesinos, y si decía que sí, la matarían.

—Ella finge, Raphael —dijo la otra mujer con sorna.

—¿Y si lo hago qué? ¿Dónde mierda estoy? ¿Ustedes me han traído aquí? —ya estaba irritada y cansada; si la iban a matar, que fuera pronto.

—Estas en el Hotel Dumort, tranquila —trató de tranquilizar el hombre mientras miraba molesto a la otra mujer.

—Me quiero ir ya de aquí.

—Y te irás; solo estaba curando tu brazo —señaló la venda que la chica llevaba atada a su muñeca—, pero antes, bebe esto —dijo extendiendo un frasco con un líquido blanco.

—¿Qué es eso? —la chica negó; no iba a tomar algo que le diera un extraño; quizás era veneno.

—Tranquila, tienes motivos para desconfiar, pero esto calmará tu dolor de cabeza.

Ella dudó por unos segundos, pero tomó el frasco que este le extendía, lo abrió y olfateó. No olía a nada; lo bebió, el sabor era un poco amargo.

—Oh, demasiado cortés, Raphael; mejor matémosla y nos quedamos con su sangre —Camille se abalanzó sobre la chica, pero algo la detuvo; Raphael, en un rápido movimiento, la empujó y forcejeó con ella hasta que llamó a otros dos sujetos, quienes detuvieron a la chica.

—Llévensela de aquí, encierrenla; no podemos permitir esa actitud —ella lo miró con odio, para luego ser cargada por aquellos sujetos y salir de la sala.

—Descuida, estarás bien; te llevaré a casa —se acercó y tomó la muñeca de la chica con cuidado—. Mañana la herida ya estará mejor, logré extraer el veneno.

—¿Veneno dices?

—Sí, el que te insertó Camille, somos vampiros, si no te has dado cuenta —dijo como si nada.

—Me secuestran y luego me bromeas —no le dio tiempo de nada porque aquel hombre mostró sus colmillos, pero la chica no se asustó; al contrario, sonrió, él no pareció entenderlo.

—Así que sí existeeeen, lo sabía.

—¿De qué hablas?

—Toda mi vida he creído en los vampiros, licántropos y eso; ¿no has visto Crepúsculo? —él la miró confuso—. Bueno, no importa, ¿por qué no llevas tatuajes como los sujetos que he visto?

Él se alejó de ella y susurró algo: "shadowhunter".

—¿Qué pasa? —el hombre cambió su semblante a uno más serio.

—Es hora de llevarte a casa.

—Pero me siento mareada —tapó su boca, conteniendo las ganas de vomitar.

—Sí, es por lo que te di de beber; mañana no recordarás nada.

La vista de la chica empezó a nublarse por segunda vez, viendo por última vez quizás aquel rostro que le parecía tan bien esculpido.

El reloj marcaba las 9:20 de la mañana; no sabía exactamente qué había pasado, solo recuerda haber visto a Marlen alejarse y ya.

Y recuerda un rostro, una persona que era buena, alguien que la ayudó, pero no sabía cómo ni en qué; solo tenía grabado en su mente a aquella persona.

Raphael, Hotel Dumort —repetía su mente mecánicamente; tenía que saber quién era y por qué estaba tan presente en sus recuerdos.

|𝖮𝖭𝖤 𝖲𝖧𝖮𝖳𝖲| 𝖬𝗎𝗅𝗍𝗂𝖿𝖺𝗇𝖽𝗈𝗆.Where stories live. Discover now