32. Como la vida de un shinobi

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Saludos, mis queridos lectores.

Debería comenzar con mis disculpas, eso está claro, el problema es que no me alcanzan las palabras para ello, pues sé que estuve mal. Circularon muchos rumores, entre ellos cogió mucha fuerza que había muerto, si bien lo cierto es que estuve colapsado en trabajo durante los tiempos de pandemia por mi profesión. En el camino perdí la motivación, aunque les puedo jurar que de mi mente no salía continuar con la historia, por mí y por el compromiso que siento con ustedes, pero cuando intentaba escribir en mis pocos ratos libres, simplemente no podía juntar las letras suficientes para completar siquiera un párrafo decente.

Debí reportarme con anterioridad, aunque sea para avisar que estaba bien, pero me llenaba de vergüenza saber de antemano que no tenía nada para ofrecerles. Sin embargo, fueron muchos los mensajes de apoyo que recibí, incluso a día de hoy, dos años después, y el común denominador de estos mensajes es que, si bien había interés por la historia, lo que más les importaba era saber si me encontraba bien. Esto, paradójicamente, me hizo sentir peor conmigo mismo al darme cuenta del valor que, más allá de la historia, ustedes me han dado.

Les pido perdón. Estoy bien. Después de tanto tiempo puedo entender si el interés por esto se ha perdido del todo, de la misma manera en que habré perdido muchos fieles lectores que no sé si vuelva a encontrar otra vez.

De una u otra manera, acá les traigo, antes de finalizar el año, el último capítulo del arco que estaba en curso. Me disculpan si me notan oxidado. Intenté hacer mi mejor esfuerzo, aunque advierto que no es mi mejor trabajo, pero me esforcé por traerles algo medianamente decente. También me disculpo si no soy capaz de darme abasto con todos los mensajes acumulados que no podré responder, si bien intentaré ponerme al día con lo que venga de ahora en adelante.

Espero lo disfruten.

Los personajes de Dragon Ball y Naruto no me pertenecen. Son obra y creación de Akira Toriyama y Masashi Kishimoto respectivamente.

―¿Qué se habrá creído ese viejo sinvergüenza? ―Protestó Ōnoki en tanto pulía con rabia la pequeña roca entre sus inflamadas palmas―. ¡Esto es indignante! Dejarme aquí abrillantando este estúpido guijarro mientras los demás se divierten. Lo que no se imagina es que algún día yo seré el jefe...

―¿Qué tanto murmuras, muchacho? ―Sonó la avejentada voz de Ishiwaka, primer Tsuchikage de la Aldea Oculta entre las Rocas―. Estamos en el salón del Monumento de Piedra, un lugar preciado para nuestra aldea, y lo que sostienes en esas torpes manos tuyas es el símbolo más importante de nuestro pueblo, así que menos charla y más trabajo.

El muchacho observó con entrecerrados ojos de resentimiento cómo el anciano flotaba a su encuentro, cruzando el puente que unía el estanque con el pedestal donde él cumplía su castigo.

―Si me lo pregunta, el símbolo del pueblo es bastante plano y aburrido. Quiero decir, ¿una simple roca? La voluntad de fuego y del rayo suenan genial, ¿pero esto? Deberíamos hacer como Konoha y tallar nuestro monumento en la montaña.

Lejos de enfurruñarse, Tsuchikage largó una sonora carcajada que crispó en incomodidad a Ōnoki.

―¿Sabes? Ahora que lo dices, estás en lo cierto ―dijo, quitándole a su alumno la pequeña piedra―. Esto no es más que un trozo de roca corriente.

Ante la estupefacción de Ōnoki, el viejo Kage la arrojó al estanque, haciendo que se mezclara con el manto de guijarros que tapizaban el fondo de este.

―¿¡Pero qué ha hecho!? ¿¡Se volvió completamente loco!?

―Para nada. Mira, basta con escoger cualquiera de estas, la colocamos de regreso en el pedestal, ¡y listo! Nadie notará la diferencia.

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⏰ Last updated: Dec 31, 2023 ⏰

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