20. Pacto con Kaiō-shin

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Los personajes de Naruto y Dragon Ball no me pertenecen, son obra y creación de Kishimoto y Toriyama respectivamente.

―¡Suiton: Bakusui Shōha! (Elemento Agua: Explosión de Agua Colisión de Olas).

De la boca de Kisame brotaba un inacabable chorro, producto de la descomunal cantidad de chakra que poseía. Bien apodado como el "Bijū sin cola", fue capaz de hacer de ese extenso paraje de rocas desnudas, todo un mar en cuestión de segundos.

Hinata e Itachi retrocedieron a gran velocidad para no ser arrastrados por las furibundas olas, tan violentas e inclementes, que reventaban robustos peñascos a su paso como si fueran de vidrio. Ambos canalizaron chakra en sus plantas para correr sobre el agua y mantenerse alejados de Kisame, pues cerca de él, la fuerza de la técnica era mucho mayor.

―Se dirige hacia nosotros. ―Anunció Hyūga, observando con su Byakugan cómo el tiburón nadaba cual proyectil a una profundidad considerable bajo ellos―. Su-sus movimientos son muy precisos, de alguna forma puede sentirnos.

Algo hizo chispa en la mente de Itachi.

―¡Salta! ―Ordenó Uchiha con prisa, ya en medio del aire.

Hinata obedeció, sin apartar la vista de la superficie. Sus perlados ojos se ampliaron con sorpresa al notar cómo Kisame frenaba de golpe su arremetida, daba un par de vueltas en círculo, y se alejaba nadando lo más profundo que podía.

―¿Po-por qué se detuvo? ―Balbuceó la kunoichi. Daba la impresión que de un momento a otro, el adversario perdió su sentido de la orientación.

―Como lo sospeché. La principal razón por la que Kisame inundó todo, fue para detectarnos siempre que estemos en contacto con el agua. También es cierto que de esta manera se encuentra en un medio que le favorece para pelear.

Cuando la gravedad cumplió su indefectible labor de enviarlos de regreso a la superficie, la deducción de Itachi se confirmó, encontró sustento con pasmosa e inquietante certeza: tan pronto como la suela de sus sandalias se mojaron de nuevo, Kisame reanudó su acometida, ascendiendo vertiginosamente como un torpedo.

Sin necesidad de comunicarse, Hinata e Itachi corrieron en direcciones opuestas, haciendo que el enemigo desviara bruscamente su trayectoria en un ángulo de noventa grados. Iba a por su excompañero de equipo, la chica no le suponía una amenaza en lo más mínimo.

¡Fuaaas!

Kisame salió disparado en un estallido, fallando por poco su embestida contra Itachi. Fue a parar a cien metros de distancia, apenas formando unas tenues ondas cuando aterrizó de pie y con elegancia. Su forma era otra, se había fusionado con Samehada y adquirió una apariencia todavía más cercana a la de un tiburón, lo que incluía aletas y numerosas branquias.

―Lo divertido apenas comienza. ―Con sangrantes cavidades orbitarias vacías y una sonrisa enferma, Kisame unió sus manos en un sello que modificaría el curso de la pelea.

Un rugido brioso y estremecedor, surgió a la par de una gigantesca muralla de agua que se alzaba y los rodeaba por completo, cortando toda vía de escape. Se hizo de noche cuando aquella masa hídrica de proporciones ridículas, se cernía sobre ellos a modo de una burbuja que los sepultaría en una prisión de asfixiante perdición.

Itachi activó el Susanoo justo antes que la bestial técnica los destrozara en medio de un espumoso y mortífero jolgorio de olas reventando entre sí. El torso del colosal samurai rojo dijo presente, empuñando escudo y espada flameantes para luchar, a la vez que protegía a una conmocionada Hyūga dentro de una caja torácica en la que también se hallaba su usuario.

El Pecado de los Shinobis Where stories live. Discover now