14. El Tsukuyomi de Obito

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Los personajes de Naruto y Dragon  Ball no me pertenecen, son obra y creación de Kishimoto y Toriyama respectivamente.

Trunks aterrizó de golpe, sumido en un vehemente revoltijo de ki que levantaba nubes de nieve y hacía saltar el corazón de los incautos presentes. Llegó tan rápido, que ni los ojos de Hinata, el olfato de Kiba o los insectos de Shino, pudieron predecir su venida.

El resto se encontraba bajo el mismo desconcierto. De pronto, el objeto de su búsqueda, acudía a ellos por su propio pie.

―¿¡Qué pasa con ella!? ¿¡Quién la lastimó!? ―La voz, desacompasada, le vibraba en angustia. Sus ojos azules translucían miedo y furor en un estado tan puro como primitivo. Ver a Ino, envuelta como capullo en capas blancas, reposando inconsciente al regazo de Hinata, y con el chakra cayéndole en picada por el abstruso abismo de la muerte, estaba desmoronándolo por dentro.

Se acercó arrastrando las botas por la espesa nieve, inmutable ante el frío rozando a ráfagas su desprotegido cuerpo: llevaba apenas la camiseta negra sin mangas, rasgada a la altura de su sangrante costado izquierdo.

Cuando estuvo a unos metros del desfallecido cuerpo de la rubia, viró con rabia su atención al enmascarado atado al pie de un árbol. Sin más evidencia que la túnica negra estampada en nubes rojas, apuntó con la mano al desgraciado al que atribuía la culpa de la condición de su amiga.

―A un lado. Lo voy a matar... ―Una pequeña esfera amarilla comenzó a brillar en su palma abierta, simple en apariencia, pero letal en cuanto a energía concentrada.

―¡No lo hagas! ―Exigió Temari, atravesándose frente a él de brazos extendidos.

―¡No me importa si lo necesitan vivo! ―Rugió, hinchando el pecho en coraje, esforzándose para no ser presa del descontrol―. ¡Quítate! ¡Acabaré con él aquí y ahora! ¡Acabaré con Akatsuki para que no mueran más inocentes!

―¡Trunks! ―Clamó Shikamaru, poniéndose junto a Temari y tratando de hacerle entrar en razón―. ¡Si lo matas, matarás también a Ino!

Justo en la tecla. La severa mirada del saiyajin se amplió. La energía en su mano, desapareció. Bajó el brazo, desencajando su expresión en incredulidad, alzando una ceja lila en señal de poco convencimiento.

―¿A qué te refieres?

―Ino ha usado el Shintenshin no Jutsu. ―Explicó Shikamaru―. Ha transferido su mente a la de este sujeto, y mientras tanto, su cuerpo estará indefenso. ―Señaló a la acobijada rubia en custodia de Hinata―. Sin embargo, todo daño que ocurra al cuerpo del enemigo, se reflejará en ella también. Es una de varias razones por las que debemos vigilarlo, para prevenir que sea lastimado y, por consiguiente, Ino.

Los hombros de Trunks descendieron. No obstante, sus temblorosos puños apretados, estaban lejos de confesarle sereno.

―Su chakra está disminuyendo... ―Tuvo que explicarse tras cerciorarse que nadie lo entendía―. Ino... su chakra... no para de disminuir. No es demasiado notorio. Pude sentir sus presencias gracias al chakra de Naruto que de repente se hizo muy grande. Después de eso, la única presencia que siento que no deja de bajar, es la suya...

―¿Sentiste mi chakra? ―Preguntó Naruto, avanzando con una mano en la nuca―. Ya veo. Debió ser por mi Fūton Rasen Shuriken.

Hinata encendió el Byakugan, rompiendo en fuertes suspiros luego de una breve inspección. Trunks tenía razón, el flujo de chakra de Ino había disminuido una barbaridad; podía ver los tenues riachuelos azules surcando en débiles corrientes su aparato circulatorio de energía; los tenketsu titilando, recordándole a las desfallecidas luces de un árbol de navidad, amenazaban con apagarse para no encender más. De hecho, hizo un veloz conteo que concluyó, para su desagrado, que 22 de los 361 puntos, estaban inactivos, extinguidos; 22 puntos diminutos que, a su vez, afectaban el flujo de otros 44, ya opacos y cercanos a correr la suerte de sus vecinos. Los tenketsu representaban un complejo sistema interconectado donde cada minúscula cabeza de alfiler, hacía parte importante de un enrevesado todo.

El Pecado de los Shinobis Where stories live. Discover now