Epílogo

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Me bajo del coche pegando un portazo. La maleta esta en el maletero, por lo tanto lo abro sacándola. Pulso el botón cerrando el coche y comienzo a caminar con la maleta arrastras.
Me meto dentro del gran aeropuerto. Mi maleta es lo suficientemente pequeña como para poder llevarla conmigo. Ni siquiera llega a los 8 kg.
Me pongo en la cola donde he de enseñar el billete.
Me giro y busco con la mirada entre toda la gente. Mi madre tendría que venir ya para despedirse, pero sin embargo, no la veo. Me pongo de puntillas esperando verla, pero no.
Escucho una risa y me giro en un abrir y cerrar de ojos. Juraría que había escuchado la risa de Lea.
La piel se me eriza. Tengo miedo de estar equivocado. Nunca fui tan feliz con Miriam. Lea me robó el corazón del todo. Como siempre dicen «del odio al amor solo hay un paso». El odio que le tuve al principio era demasiado grande, nunca creí acabar enamorado.

-¡Louis!-escucho de fondo.

Me pongo de puntillas y levanto la mano para que mi madre me vea. A los pocos segundos ya esta a mi lado, tirando de mi muñeca para que salga de la cola.

-¿Qué haces?-pregunto seco, no estoy muy de humor. El remordimiento me viene por ser tan seco con mi madre e intento arreglarlo-Voy a perder el sitio.

-No te puedes ir.

Mi cara es un poema, ahora no quiere que me vaya.

-¿Has visto a Lea?-asiento-esta destrozada.

-Creí que la odiabas.-me limito a contestar.

-Pero te hace feliz. Admitelo, te estas rompiendo por dentro.

Lo admito, me estoy a punto de morir. Pero una cosa es admitirlo en voz baja y otra en voz alta. Por Dios, soy clavado a Lea.
La voz de mi madre me saca de mis pensamientos. Sus brazos rodean mi cintura y apoya su cabeza en mi hombro-ya que es más bajita. Tras unos segundos ella es la que vuelve a romper el silencio con un murmuro:

-No llores, mi pequeñín.

Y ahí es cuando me doy cuenta de todo: he sido un estúpido. Por una gilipollez dejé ir a la persona que más quería, y luego, simplemente me resigné a dar la cara.

-Mamá, no puedo irme.

Johannah, se aleja de mi y me da una sonrisa de orgullo indicándome con la mirada que vaya a buscar a Lea.

Yo salvé a la chica y ella indirectamente me salvó a mi.
Hace demasiado frío en la calle para dejar a los ángeles volar, he de volver a casa con Lea.

Angels to fly ❁ L.TWhere stories live. Discover now