capítulo 5.

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Quién tiene menos dinero es más feliz... Já, yo no tengo dinero y no soy feliz.

Tal vez, sea porque no tengo compañía. La razón, es que esa frase es mentira.

¡Protesto! La gente pobre es más feliz que la rica. Así que ahorrate tus palabras.

Mierda, estoy tan aburrida que ya hago debates conmigo misma. Para Lea, por favor. Que no tienes casa no quiere decir que puedas tocar la luna.

-Una moneda, no tengo para comer...-me toco la pierna un indigente-.Por favor...

-Lo siento amigo, no tengo. Mírame- señale mi mochila.-Buscando un sitio para pasar la noche. Lo siento amigo, hoy no.

-¿Tan joven y sin nada?-asentí, el me dio unas palmaditas para que me sentara a su lado.-Te voy ha contar un secreto. Tu y yo, somos pobres, pero no tontos. Y menos tú, una chica joven, alta y guapa. Recuerda esto: el mundo esta a tus pies, no tu a los suyos.

-¿Cómo? No entiendo.-hice una mueca de confusión.

-Yo no tengo casa, cierto. Pero no me preocupo de pagar gastos: el agua, entro en un gimnasio y solucionado, la luz, de las farolas. Por no decir, que doy pena y la gente me da comida. Esto es un lujo.-Me dio un suave golpe en la rodilla, soltando una carcajada.-¿Y tu? Puedes comerte el mundo, u otras cosas...

-¡¿Me esta llamando puta?!-escupí indignada.

-No,-negó con su dedo.-Pero lo podrías ser, y al quitarle la camisa al hombre... ¡Zas! Le quitas dinero, mas lo que te deben...

-Es realmente alucinante... podría funcionar...-sonreí falsamente. Era una idea absurda.-Oye, no tendrá por ahí un poco de coca, ¿no?

El anciano me sonrío cínicamente y saco del bolsillo de su rota chaqueta una bolsa. Entregandome una jeringa.

-Te lo doy gratis.-me lo entrego.-Y de regalo, te doy estos cartones.

-¡Oh!-sonreí emocionada.-muchísimas gracias señor.

-De nada guapa, si te aburres ya sabes dónde estoy.-se cubrió el cuerpo con un cartón.

***

Ls farolas estaban a punto de apagarse, y yo aún no sabía a donde ir.

Vi el escaparate de un bar y sonreí arrancando el papel.

-Genial, mañana ya se donde dormir...-me lo guardé en un bolsillo.-Y hoy ya se donde lo haré...

Era las escaleras de un metro, el cuál a estas horas ya estaba cerrado.

Estiré un cartón en el suelo y puse la manta en horizantal encima de este, de forma que podía taparme por encima.

Abrí mi bolsa y cogí un cepillo de dientes y le puse un poco de pasta en los pelitos. Seguido de cepillarmelos. Escupí lejos y me sente enroscando la toalla por el cuerpo. Después, abrí mi bolsa y cogí la linterna y mi libro de sociales. Estudiaría un poco.

Ya había oscurecido, apenas había luz. Eran las 11 de la noche. Y mañana me tenía que levantar a las 5, ya que era la hora de la apertura del gimnasio. Me daría una merecida ducha.

Estudié como una hora mas. Y después lo guardé todo.

Miré la pequeña aguja que me había dado aquel desconocido. No sabía si fiarse o no, todo era demasiado confuso. Nadie daba cosas tan caras así por que sí, gratis. Y mucho menos alguien que no tenía dinero.

Me quede cómo un minuto más observandola, y tome una decisión: Me pincharía.

De todos modos, si muriese, no tenía nada que perder.

Angels to fly ❁ L.TWhere stories live. Discover now