، 🦋 : Ya no existe.

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Subió las escaleras de su casa. Intentó recomponerse de la plática con Jungkook

No pasó por su mente lo que el castaño le confesó. Se dejó cegar por los celos y las inseguridades, siempre fue alguien temeroso por el gran atractivo de su novio y las evidentes chicas babeando por él. Jungkook siempre le recalcaba que era él y sólo él. Esa vez no funcionó todo lo que siempre le juró.

La cercanía de alguien con su novio, de esa forma era algo a lo que no estaba acostumbrado a ver. Y Jimin no era alguien celoso quien le prohibiera a su novio sus amistades, sin embargo, Jungkook era quien se encargaba de alejar a los demás y poner esos límites por lo mismo de las inseguridades de Jimin. Siempre lo tomaba en cuenta, menos ese día que su dulce corazón se dejó llevar al ver una de sus amigas triste y necesitando de su apoyo.

Sacudió su cabeza, borrando los recuerdos de años atrás.

«Olvídalo. Todo estaba bien antes de recordarlo.»

¿O no?

Dio unos golpes en la puerta. Obteniendo la voz de su hija como respuesta.

—¿Quién?

—Soy yo, amor. ¿Puedo hablar contigo y con Jongsuk? —preguntó detrás de la puerta. Pegando su frente en la superficie de madera.

—Depende.

—¿De qué?

—Si ya te disculpaste con el señor Jeon.

Jimin mordió su labio inferior. Repasando la yema de su dedo en la perilla.

—Ya lo hice. Está abajo terminando de comer el postre. Me disculpé con él por lo que dije, y por dejarlo solo en la mesa para subir a hablar contigo. Amor, sabes que odio cuando discutimos.

Entonces Jarin abrió la puerta, haciendo a Jimin trastabillar, al quitarle lo que le daba equilibrio y sostenía el peso de su cuerpo.

—A mí tampoco me gusta, papá —respondió ella con una mueca—. Pero fue horrible lo que hiciste allá abajo.

—Lo sé. Lo siento —observó a Jongsuk sobre el hombro de su hija. Jimin alzó su cabeza para verlo. Obtuvo la atención del menor—. Lo siento, Jongsuk. Fueron cosas del pasado.

—Está bien, señor Park. Papá hubiera hecho lo mismo —rió—. Igual se deja llevar por sus impulsos y emociones. No se preocupe.

Una risa amenazó salir de la boca de Jimin, haciéndolo agachar la cabeza y cubrir sus labios con su mano. Evitando soltarla del todo.

Recordaba esos arranques de impulsos de Jungkook. La infinidad de veces que retaba a alguien cuando lo hacían sentir mal. Jungkook no era alguien que se quedara callado. Torció sus labios y pasó su mano por su brazo derecho, recordando las otras ocasiones que también lo hacía por defenderlo.

Odiaba estar recordando todo su pasado en un solo día. Todavía lo detestaba, más cuando la persona causante de ellos, estaba en su casa. No era como si ese enojo se fuera por arte de magia después de hablarlo, no, había mucho que lo hacía seguir teniendo ese rencor.

—¿Por qué sonríes? —pregunto Jarin, ladeando su cabeza, queriendo ver la sonrisa de su padre, la cual era evidente por sus hoyuelos marcados en sus mejillas y sus ojos ligeramente rasgados.

—Algo lindo —sonrió mordiendo su labio. Tragó con fuerza y se dispuso a cambiar el tema—. Los esperamos abajo, para que terminen el postre.

Jarin asintió, abriendo su puerta por completo.

✧✦✧

Ambos adolescentes se despedían en la puerta de la casa. Palabras llenas de amor y caricias. Besos de por medio. Sin querer separarse aunque se vieran dentro de dos días, para ellos era una eternidad.

Jungkook y Jimin los observaban desde el interior de la casa, en el marco de la puerta. Ambos con una sonrisa al ver a sus hijos tan enamorados el uno del otro, haciéndoles recordar cuando ellos se sintieron de tal forma.

—Iguales a nosotros —habló Jungkook.

Jimin lo miró de reojo. Una mueca en sus labios y un parpadeo constante.

—Jungkook —habló en un tono duro, lleno de advertencia—. Por favor, para con eso.

El castaño escondió sus manos en el bolsillo de su pantalón. Encogiéndose de hombros, dando una mirada rápida a los menores. Jongsuk acomodaba el cabello de Jarin.

—Es que así éramos. ¿Olvidas cuando hacías todo para que me quedara a dormir contigo?

Jimin tuvo que reunir fuerzas para no sonreír frente a él. Claro que lo recordaba.

—No —pellizcó su mano—. He olvidado muchas cosas de mi adolescencia.

—¿Cómo a mí?

Jimin asintió.

—Todo lo que sentí se fue con el pasar de los años —bajó la voz—. Entiendo que me equivoqué y te juzgué mal, pero ya está... todo se acabó y el amor entre nosotros ya no existe. Deja de darle vueltas al tema, por favor —habló con un pequeño atisbo de dolor.

—Es que hay muchas cosas que hablar de nosotros.

—No las hay. Siéntete feliz por tu hijo, no arruines su relación con Jarin por nuestra culpa. Míralos, están felices —ambos giraron a ver los menores, quienes se sonreían y reían—. Dales a ellos lo que nosotros no tuvimos —puso ambas manos en la puerta—. Fue un gusto, Jungkook. Entiendo que vayamos a vernos con frecuencia de ahora en adelante, así que... hasta luego —miró sobre el hombro del castaño—. ¡Amor, tengo que entrar a casa para terminar de limpiar! La puerta estará abierta, no ocupas llave para entrar —avisó a su hija.

Jarin asintió.

Entonces Jimin cerró la puerta. Sin más. Dejándolo de pie frente a esta.

Con sus manos dentro de sus bolsillos y una revolución completa en el interior de su cuerpo. Su corazón latiendo como loco y si creer lo que acaba de pasarle.

Había visto a Jimin después de tantos años.

Habló con él, finalmente pudo explicarle las cosas y como ocurrieron.

Y... Jimin se veía increíblemente bien. No se notaba el pasar de los años en él. Igual al rizado ojiverde que conoció hace veintitrés años.

El mismo de quien se enamoró.

Y de quien seguía enamorado.

not you again, please › kookminWhere stories live. Discover now