، 🦋 : Te lo juro

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Esa misma noche, tanto Jimin como Jungkook no pudieron dormir. Tan sólo estuvieron despiertos gran parte de esa oscura y solitaria velada, con la luna asomándose por sus ventanas.

Jimin, recostado en su cama. Cubierto hasta el pecho con sábanas ligeras encima. Sus manos encima de éstas, entrelazadas a la altura de su estómago. Vista fija en el techo, y su respiración lenta y profunda.

—Tú no otra vez, por favor —habló para sí mismo en voz baja—. No de nuevo.

Fue entonces cuando recordó lo que habló con ese castaño por la tarde, en la comida. Ambos en la mesa, solos, como antes lo eran.

La vista de Jungkook puesta en él. Escaneándolo, mientras lo hacía recordar la gran cantidad de veces que lo vio de la misma forma, cuando eran jóvenes.

Una sonrisa que amenazaba salir de sus labios, media sonrisa que era por tan sólo verlo y de la cual, Jimin se hizo el que no la notaba, cuando claramente lo hacía.

Esa noche hizo un recuento inconsciente de todos los momentos que pasaron juntos, enamorados, como pudieron haberlo sido si no fuera por él y sus celos.

Negó con frustración después de volver a escuchar las palabras de Jungkook en su cabeza. Esas palabras llenas de sinceridad que le decían que jamás lo había engañado y que todo fue un malentendido que llegó demasiado lejos. Haciéndolo sentir la peor persona del mundo por haberse alejado como lo hizo, sin dejarlo dar explicaciones, sin estar dispuesto a escucharlo... sabía que había estado mal hace tantos años.

Terminó dando vueltas en la cama, un movimiento brusco que lo hizo quedar boca abajo. Su nariz pegada al borde de la almohada, sus ojos cerrados con fuerza y sus manos debajo de la almohada.

Maldiciendo en sus adentros.

🦋

Jungkook acababa de salir del baño a su habitación, después de haber tomado una larga ducha con agua caliente para tranquilizarlo. Sabía que lo necesitaba cuando sentía su cuerpo demasiado tenso por lo ocurrido en la tarde; por haber visto de nuevo a Jimin. Ese rizado que tenía su corazón desde hace bastante años.

Llevaba una toalla atada a su cintura. Su cabello mojado y gotas de agua cayendo sobre su hombro.

Buscaba en sus cajones su pijama, aún perdido en la imagen que su mente guardó. Jimin frente a él, sus rizos más cortos que casi no se notaban, sus ojos más verdes de lo que lo recordaba, sus hoyuelos marcándose cada que sonreía y ese detalle que hacía con su nariz cuando quería evitar sonreír de más.

Dio un respingo en su propio lugar cuando escuchó la voz de su hijo en la puerta.

—Papá, ¿hay más espuma de afeitar? La mía se acabó.

—¿Qué?

Tenía que repetirle la pregunta porque seguía aturdido por todo lo que pensaba.

—Que si hay más espuma de afeitar en la casa. La mía se terminó y no sé dónde guardas las demás.

No había, se había terminado y no pudo ir a hacer la despensa porque decidió acompañar a su hijo a la comida con el padre de su novia. Y aunque al principio le daba algo de pereza y vergüenza, ya no le parecía tan mala idea seguir haciéndolo. Ya saben... para que sigan conociendo a los novios de sus hijos, sólo por eso.

—No, pero puedes llevarte la mía. Pasa por ella, está en el baño —alzó la voz.

Entonces la puerta se abrió y Jungkook hizo su mayor intento por no decir nada, y verse lo más normal posible. Sin querer darle sospechas a su hijo, de que en su mente sólo estaba el padre de Jarin.

Veía la silueta de Jongsuk cruzar frente a él.

Jungkook colocó su pijama extendida sobre su cama. Acababa de cepillar su cabello cuando Jongsuk volvió a aparecer frente a él, con la espuma en mano. Quedándose de pie frente a él, con el ceño fruncido y mirándolo con duda.

Jungkook lo miró de reojo. Arrugó su frente.

—¿Qué?

Jongsuk apretó sus labios.

—Te noto extraño desde la comida en casa de Jarin —habló—. ¿Te molestó lo que dijo su papá? El señor Park no es así, papá —caminó acercándose a él—. Sólo está cuidándola y lo entiendo. Tú harías lo mismo si fuera ella. No te molestes con él, ¿sí? Lo que menos quiero es que haya problemas entre ustedes.

Jungkook negó con una sonrisa. Tuvo que reprimir una carcajada para no delatarse. ¿Él enojado con Jimin? Era lo contrario. No cabía de felicidad por volverlo a ver y saber que lo tenía muy cerca suyo. Que se sentía aliviado al volver a hablarle.

Su lengua repasó su labio inferior, mientras se ocupaba de cubrir su torso con la camiseta negra.

—No estoy enojado, cariño —respondió con simpleza fingida—. Lo comprendo, y hablamos después de lo que dijo —ahuecó sus mejillas—. Todo está bien entre nosotros, ¿okay? No tienes de qué preocuparte.

Jongsuk torció su labios.

—¿Sí?

—Te lo puedo jurar por lo que quieras.

—¿Por mi madre? —Jungkook hizo una mueca. Jongsuk rió—. Bien por ella no porque seguro por ella lo harías si mientes. Por lo que más has querido, y a mí no me metas que soy muy joven para que me pase algo.

Para Jungkook fue inevitable no pesar en Jimin mientras asentía con la cabeza.

—Te lo juro.

Jongsuk no había escuchado hablar a su papá con esa profundidad en su tono de voz.

Nuevamente se quedó solo en su habitación. La sonrisa boba que tenía en sus labios cuando su hijo salió de su habitación, se borró a los pocos segundos.

Había algo que no había tomado en cuenta. Un gran detalle que dejó pasar desapercibido por la sorpresa de tener al amor de su vida a unos pocos centímetros de él.

¿Por qué Jimin le reclamaba de su matrimonio cuando seguramente él hizo lo mismo? Es decir, Jarin tiene la misma edad que Jongsuk, por ende, Jimin debió tener a su hija a los dos años de terminar su relación.

Si tanto le amaba, si tanto le dolió. ¿Cómo pasó eso? ¿Con qué derecho es él el dolido?

Sabía que Jimin no estaba casado, ni siquiera divorciado, gracias a la cena y plática que tuvo con Jarin, antes de saber que su padre era Park.

¿Entonces qué era lo que había pasado en esos dos años?

O una más importante.

¿Quién era la madre de Jarin y dónde estaba?

not you again, please › kookminKde žijí příběhy. Začni objevovat