، 🦋 : No lo conozco

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Y ahí estaba, de nuevo en su habitación. Cambiando de atuendo porque el que tenía pensado para usar ese día, era muy normal, aburrido.

No era que quisiera sorprender a quien cree que se trata de su ex-pareja de universidad, sino quiere demostrarle lo que se perdió cuando decidió joder su relación y dejarlo ir. Eso era lo que quería lograr.

Mostrándose inalcanzable, por suerte, siempre vestía de tal forma. Tenía buen sentido de la moda y varios estaban a sus pies, sin embargo, tanto interés de los demás lo aburría y cansaba, además de que sólo se dedicaba a su hija y consentirla. No había nada más que le importara.

En casa vestía más cómodo, quería estar vestido así a la hora de la cena, pero claro, todo cambió de repente, haciéndolo subir a paso apresurado a su habitación y rebuscar en su clóset hasta encontrar algo que dijera «Pudiste tenerlo todo, pero lo perdiste por una estupidez.»

Y es que, esa fue su relación más linda y significativa. Ese rompimiento que más le costó superar y el que más le dolía. Siempre creyó que Jungkook sería ese hombre con el que se casaría.

Rociaba un poco de perfume, el cual fue dejando rastro de su aroma mientras caminaba por la casa. Jarin se percató de ello, al igual que del cambio de atuendo de su padre, mirándolo con una cara divertida.

—Que guapo, papá —enarcó una ceja—. No sabía que pensabas arreglarte demás.

Jimin se limitó a encogerse de hombros y simular que estaba perfectamente.

—Siempre me arreglo, mi amor. ¿Qué dices? —fingió una risa mientras buscaba los platos en la cocina.

—Cuando estamos solos en casa, no.

Jimin ladeó su cabeza a un lado.

—Ya lo dijiste, solos. Hoy no estaremos solos.

Jarin entrecerró sus ojos, sin saber nada sobre el repentino cambio de opinión de su padre. Desconociendo la verdadera razón del porqué lo hizo.

El motor de un auto se podía escuchar desde afuera, aparcándose en su lugar frente a la casa. Jarin soltó un chillido de emoción junto a un salto.

Y Jimin... él comenzó a tener una extraña sensación en su estómago. Esos nervios manifestándose en él, náuseas y una especie de mariposas, a las que él podría llamar polillas por la falta de amor en esa sensación. Mordió su lengua y la pasó por sus labios cuando vio a su hija en la puerta principal, a punto de abrirla, haciéndole señas para que estuviera a su lado, al recibir a ambos hombres en su casa.

«No pasará nada, actúa indiferente.»

«¿Cuántos Jeon Jungkook más puede haber? Quizás es algún otro.»

Trataba de convencer y relajar su mente mientras más se acercaba a la puerta. Fingió una sonrisa y estar bien, una vez más en los pocos minutos de su tortura. Posó una mano sobre el hombro de Jarin, como apoyo, y no precisamente para ella.

—¿Estás listo? —preguntó la menor con la mano sobre la perilla.

Jimin apretó sus labios, haciendo un puño con su mano libre.

—Sí, amor —murmuró intentando esconder el titubeo de su voz.

Jarin abrió la puerta, asomó su cabeza. Jimin hizo lo mismo detrás de ella. No pudo ver nada, tan sólo sintió la falta del hombro de su hija cuando ella se fue corriendo a abrazar a su novio y besarlo en la mejilla. Jimin intentaba enfocarse solamente en ella, y no en aquella silueta que estaba al lado de Jongsuk.

Agachaba su cabeza, apretaba sus labios y jugaba con el dedo pulgar e índice de su mano. Probablemente quien fuera el papá de Jongsuk pensaría que Jimin es un padre que no le da buenos ejemplos a su hija y es un completo maleducado al no saludarlo, pero es que él tenía un pavor con la simple idea de subir su cabeza y verlo.

No sabía qué tanto podría contenerse, qué tanto podría guardar ese día.

Un par de botas negras invadieron su campo de visión en el pavimento de la entrada. Torció su boca. Pantalones entallados, negros.

Cerró sus ojos con fuerza y maldecía mentalmente.

O era una mala broma del universo, o era cierto, porque solamente conocía a un Jeon Jungkook con ese estilo de vestir.

—Buenas tardes, soy Jungkook, el padre de Jongsuk. Es un gusto conocerlo —habló esa voz que había escuchado veintiún años atrás por última vez. Esa maldita voz que le encantaba escuchar todos los días, sobretodo cuando le susurraba al oído.

Maldijo mentalmente. Su corazón se aceleró y esas polillas en su interior hicieron un gran revuelo.

«Compórtate por tu hija, Jimin. Sólo haz eso.»

«Ignóralo gran parte del tiempo, imagina que es alguien más. Tan sólo enfócate en saber por él sobre Jongsuk, y que él sepa de Jarin.»

Carraspeó su garganta, y alzó su cara.

Si no estuviera tan nervioso y lleno de sentimientos, le hubiera encantado ver la cara de Jungkook, llena de estupefacción al volverlo a tener de frente después de tanto.

Ojos abiertos de par en par, sus mejillas ahuecadas y pómulos bien marcados. El escaneo con la mirada, de arriba a abajo y sus labios empezando a temblar debido a la falta de palabras.

—Park Jimin, padre de Jarin. Un gusto —habló lo más neutro e indiferente posible.

Miró sobre el hombro del ojiazul. Su hija parecía estar muy entretenida en los brazos de su novio para no darse cuenta de lo que ocurría entre ellos. Eso lo alivió.

—J-Jimin... eres tú. Después de tantos años eres tú, aquí —habló con una media sonrisa—. Frente a mí.

«Es un desconocido más. No lo conoces, no lo conoces, no lo conoces...»

—¿Disculpe? Creo que me está confundiendo con alguien más.

Jungkook parpadeó repetidas veces. Su frente se arrugó, sus mejillas volvieron a la normalidad.

—¿Perdón? —musitó.

—No lo conozco, señor —intercambiaba su mirada entre Jungkook y a donde estaba Jarin—. Yo creo, me debe estar confundiendo con algún otro Jimin —torció sus labios—. Pase, la comida está lista para todos.

Caminó al interior de su casa, dejó la puerta abierta. Jungkook lo seguía detrás.

—Jimin, no puedes fingir que no me conoces...

El mencionado se dio media vuelta, encarando a Jeon. Rascó la punta de su nariz y la arrugó. No iba a complacerlo.

—Es que no lo conozco, Jungkook —sonrió con deje de burla—. Hago memoria y no, no hay ningún Jeon Jungkook en mi mente. Lo siento.

Jungkook negó pasando su lengua por sus labios, rindiéndose por la insistencia de Park en seguirlo jodiendo.

—Jimin...

—Cuénteme de usted —volvió a su camino—. ¿Alguna vez le han sido infiel? A mí sí, y no quiero que mi hija pase por lo mismo. Por favor, no haga a su hijo un rompecorazones.

Jungkook rodó los ojos. Claro que ese comentario iba directo para él. Jimin le dedicó una sonrisa cínica, caminando a la cocina dispuesto a servir la comida en la mesa. Movía sus caderas, mostrándole a Jungkook su cuidada figura, queriéndolo sacar más de sus estribos.

Esos movimientos no pasaron desapercibidos por el castaño, quien se limitó a bufar a lo bajo.

¿Por qué tenía que encontrarlo en esa circunstancia? ¿Por qué con sus vidas casi hechas y sus hijos teniendo una relación?

Tan sólo temía que Jongsuk no la hubiera cagado al decir quien era su madre, o Jimin no lo perdonaría jamás.

not you again, please › kookminWhere stories live. Discover now