"Los únicos con el poder de derrotar al señor tenebroso se acercan...."
Todos los personajes y el mundo de Harry no me pertenecen, todos los derechos a J.K Rowling.
Era el cumpleaños número doce de Draco, y la primer carta que había recibido fue una de Hermione.
Mi adorado, amado y querido rubio:
"Te quería desear un feliz cumpleaños, amaría estar contigo en tu día, pero, sabes que mis padres no me lo permiten, realmente no sabía cuál libro regalarte.. hasta que; recordé que tenías un libro muggle en mente para comprar... aún no he recibido algún diario del profeta, por si preguntas.
También te quería decir que te quiero mucho y felices doce. "
Hermione J. Granger, tú fiel amiga.
Draco sonrió y abrió el paquete, en el estaba un libro llamado: Cazadores de sombras.
— Tú siempre sabes que regalarme, Herms – susurró feliz.
Los segundos en enviarle un regalo fueron los gemelos, junto a una invitación.
Hermanito:
"Feliz cumpleaños, quisiéramos invitarte a pasar el restro de las vacaciones en nuestro hogar, mamá aceptó que vinieras por un mes o más.
El regalo que te enviamos no es mucho, pero, lo hicimos junto a nuestra hermanita; Ginny."
Esperamos tu respuesta con Mirr.
Fred y George Weasley.
En la caja lo único que había era un pequeño muñeco parecido a él, rió con diversión y puso el muñeco junto al libro.
Blaise fue el tercero en enviarle un presente, no envió una carta sino una simple nota con un: feliz cumpleaños, Draco.
El regalo que Blaise le envió fue una cámara, para sorpresa de Draco, muggle.
— Estupendo – dijo y le tomó una foto a Mirr – ¿no es increíble, Mirr?
La lechuza ululó en acuerdo.
— Bueno, sólo queda el de Lee – tomó el mini paquete.
Jordan le había enviado una pequeña figura de acción que según su nota; la había comprado en Islandia muggle.
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Draco estaba rumbo al comedor del orfanato con Mirr en su hombro, y la nota de los gemelos en mano.
— Al fin llegaste, Draco – dijo la madre superiora – feliz cumpleaños – sonrió – alguien ha venido a visitarte, pero, lo invitamos a comer.
Draco miró a su alrededor, y cuando vio de quién se trataba, pensó que era un sueño que estaba teniendo, pues; quién lo fue a visitar fue Hagrid.
El rubio dejó a Mirr volar, y fue corriendo hacía el semi gigante, que lo envolvió en un abrazo. Mientras, todos los niños los observaban.
