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Narrador omnisciente:

A la mañana siguiente, todos bajaron a desayunar, los desayunos del caldero chorreante a Harry y Draco les fascinaban, pues, les recordaba a cuando fueron por primera a este junto a Hagrid.

— Oye, Hermione – dijo Fred en un susurro – ¿nos vamos en el mismo vagón, cierto?

— Claro que sí, Freddy – contestó ella y Fred se ruborizó ante el apodo, George siempre le decía así, pero esta vez no era su gemelo; era la chica que le gustaba.

— Draco – dijo Ginny sin timidez alguna – ¿que hoy, tú y Cedric no cumplían diez meses de novios?

— Si – contestó él – pero ya nos veremos allá en el tren, supongo – se encogió de hombros.

Un rato después, terminaron de desayunar y cada uno fue por sus baúles y jaulas

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Un rato después, terminaron de desayunar y cada uno fue por sus baúles y jaulas. Draco, cómo siempre, iba con su precioso Mirr en el hombro, para luego meterlo en su jaula. Hermione que tenía a Crookshanks en brazos se fijó en alguien que acababa de llegar.

Era Cedric Digorry con un ramo de flores amarillas, las favoritas de Draco, y con una sonrisa de oreja a oreja. Granger sonrió ante esto y con emoción, dijo:

— Draco – el rubio la miró – ¿qué ese no es Cedric?

Siguiendo el dedo de Hermione, que señalaba con inquietud, Draco no pudo ocultar su sorpresa cuando vio a su novio ahí, parada y con un ramo de sus flores favoritas.

— ¡O..oh por dios, Cedric! – exclamó en un tartamudeo y fue dónde Digorry – son preciosas, y son mis favoritas.

— Lo sé – el Hufflepuff sonrió orgulloso – por eso las traje, porque quería disculparme, por ya sabes, lo del otro día.

— Claro que te perdono – contestó Draco y tomó el ramo entre sus manos – pero debemos irnos o llegaremos tarde, ¿no, señora Weasley?

— Oh, si, cariño – dijo ella – bien, todos a los autos o llegaremos tarde a King's Croos.

El ministro de magia había ido la noche anterior a hablar con Harry, sobre el altercado que tuvo con Marge Dursley. Fudge le quitó un peso de encima a Harry, al decirle que la mujer logró ser desinflada y se le borró de la memoria lo ocurrido. También fue un alivio para él, saber que no iría a Azkaban. Por último, el ministro se había tomado la molestia de comprar los libros de su nuevo curso. Y bueno, también de enviar un transporte, no por Harry, sino por Percy, para ellos.

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Los Elegidos  || Harco Where stories live. Discover now