The Midnight Chronicles Trilogy

CLAN ALDER: Capítulo XVIII

**CANCIÓN SUGERIDA: "Where's My Love- SYML"

LONDRES, INGLATERRA

27 DE JULIO DE 1714

-Lady Dawson-dijo uno de los sirvientes mientras hacia una pequeña reverencia a Michelle que se encontraba leyendo en la biblioteca-. Lamento interrumpir su lectura, pero Lady Alder acaba de llegar.

-Perfecto, Frederick-Michelle cerró su libro-. Podrías hacerla pasar a mi terraza privada, y servirnos la cena. Por favor dile que me conceda unos minutos para refrescarme y enseguida estaré con ella.

-Como usted ordene, milady-dijo él inclinándose de nuevo con respeto y saliendo de la biblioteca. Michelle respiró hondo pasando una mano por su cabello y ajustándose un poco su vestido cuando se puso de pie.

Su mano fue al collar en forma de medialuna que colgaba de su cuello y sintió su peso y la responsabilidad. Su destino estaba escrito, su diosa había sido muy clara. Era momento de tomar decisiones. Solo tenía una misión en esta vida y era proteger a su loba.

-Mi amada diosa-murmuró Michelle a la espesa oscuridad que rodeaba esa noche-. ¿Me escuchas? Por favor no guardes silencio ante mi clamor. Mi destino se encuentra escrito. Lo cumpliré con la valentía de mi misión, pero con dolor en mi corazón-Michelle sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas que trató de reprimir-. Mis decisiones no han sido las acertadas y por eso te pido perdón. El amor cegó mi razón y olvidé el acuerdo bajo el cual se rige ahora nuestra nueva ley. Estoy dispuesta a pagar el precio de mi mala decisión, pero te pido que tengas piedad de mi familia. Dale a mi amada la valentía de seguir adelante y concede a nuestros hijos el milagro de ver la tierra con sus propios ojos. Tú misma aprobaste esa decisión y este uso del poder que me entregaste. Te pido que mis errores no se adjudiquen a los que amo. No me conviertas en el reflejo de mi propio padre que yo tantos años he criticado.

Michelle dejó su libro y caminó al encuentro con Amelia Alder, la segunda al mando, su beta. La única de sus lobos a la que le daría la carga de su verdad, y su destino.

Amelia alzó la mirada cuando Michelle se unió a ella en la terraza y se puso de pie haciendo una pequeña reverencia.

-Alpha-dijo en modo de saludo y Michelle le sonrió acercándose a ella y dándole un beso en la mejilla.

-Mi querida, Amelia-las manos de Michelle fueron a sus hombros y los ojos de ambas brillaron en reconocimiento-. ¿Cómo está Lucas? Espero que esté adaptándose al cambio lo mejor posible.

-Ha sido un poco más duro para él que para mí, pero imagino que es al ser convertido por el vínculo que nos une, aunque ya se encuentra mucho mejor a la espera de la conversión final. Lo que me hace preguntar por...-Amelia guardó silencio y bajó la mirada un tanto avergonzada-, perdonará que me vea muy directa preguntando sobre la salud de mi querida Isabella, pero al ser tan cercana con su madre la considero como mi hija, así como...-otra vez guardó silencio.

-Por favor dejemos a un lado los formalismos, Amelia. Sabes que para mí has sido como una madre estos últimos meses, y agradezco infinitamente que mi relación con Camila no te parezca un pecado, como lo es para su madre.

-Rachel no lo comprenderlo todavía, pero hay cosas que no podemos explicar o no encontramos razón alguna, pero para ella es más difícil verlo. Ella es una buena mujer aunque no se lo parezca-Amelia sonrió con tristeza y Michelle simplemente asintió llevando su mano al talismán que colgaba de su cuello-. Soy honesta al decirle que quizás en algún momento la misma idea pasó por mi mente al verlas juntas porque es tan diferente, algo marcado como prohibido.